Manuel Alejandro Gutiérrez González
El Argumento de la apuesta
Hay algo que se asemeja a este concepto de preambula fidei, pero no parte de la razón metafísica sino de una razón matemática pero que tiene un fundamento en la realidad sobrenatural y así empezamos a ver cómo Pascal encuentra la armonía entre las ciencias, esto que se asemeja a los preambula fidei es El argumento de la apuesta. En los Pensamientos en el apartado De cómo es más ventajoso creer lo que enseña la religión cristiana Pascal empieza con un argumento netamente filosófico en él dice: «Nuestra alma es arrojada al cuerpo, en el que ella encuentra número, tiempo, dimensión.» Pero el siguiente argumento está entre lo filosófico y lo matemático: «La unidad añadida a lo infinito, no le aumenta en nada.» Vemos como se van entramando la matemática y la física con el espíritu geométrico, pues mientras estas dos ciencias dan por supuesto estos principios fundamentales, axiomáticos, para desarrollar su ciencia, el espíritu geométrico le añade algo al conocimiento: la esencia misma de esa ciencia, es decir, ve en sus principios algo que le llama unidad, lo infinito y la nada. A este respecto parece que Pascal es uno de los pioneros en desarrollar una filosofía de la ciencia, pero quedaría muy corta esta expresión, hay que decir que es el pionero del desarrollo de la filosofía de la matemática moderna. Pero aún así el plano en el que se desenvuelve no alcanza a ver mucho de lo que es la esencia misma, lo que es en sí, debe ser algo más, por esta razón Pascal dice: «Así nuestro espíritu ante Dios.» El espíritu geométrico queda atónito ante este nuevo dato, pues no puede llegar a este principio, es algo que le sobrepasa, ésta es una de las cosas infinitas que le sobrepasan, así pues la razón intuitiva se da en el juicio del corazón: «El corazón tiene sus razones, que la razón no comprende.» , así pues los principios del número, tiempo dimensión tienen su fundamento en algo que el corazón intuye y que encuentra en algo que es fidedigno, en las Sagradas Escrituras: «Deus fecit omnia in pondere, in numero et mensura.»
De una misma realidad Pascal ha hecho tres escalas para poder desentrañar la naturaleza de la cosa que se le presenta, pero aún así no hemos llegado a lo más importante para Pascal, debemos seguir teniendo en cuenta el extracto del Memorial: El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob y no el de los sabios y entendidos. Esta es la preocupación primordial, pero para poder establecer estas bases es necesario hacer este recorrido intelectual que no es nada ajeno al pensamiento pascaliano.
Hemos llegado de nuevo al punto medular, pero esto es por la vía de la razón, podemos decir que la razón geométrica. Puestas las bases Pascal quiere demostrar la existencia de este Dios, pero lo hace de una forma bastante peculiar, muy diferente a las cinco vías de la demostración de la existencia de Dios, lo hace a través de una demostración matemática, la cual también empieza a ser como el preámbulo de lo que se conoce como probabilidad en la matemática.
Después de enlazar al hombre con la naturaleza extensa y con Dios, Pascal analiza la naturaleza de lo infinito y lo finito, pues en el hombre se dan estos supuestos contrarios, pero para poder conocer lo infinito, debemos partir por lo que conocemos que es lo finito, pero debemos seguir lo antes expuesto, esto es, el método geométrico, debemos definir qué es esto que se nos presenta, sabemos que el número en sí mismo tiene una finitud, esta finitud le viene por sí misma, es lo que conocemos como naturaleza, es único, hay una identidad consigo misma que hace que se diferencie con los otros números y a partir de esto podemos denominarle de otra forma ya sea par o impar dependiendo de la adición de la unidad, ¿qué sucede con lo infinito? Sabemos que existe, pero no sabemos qué es, lo que podemos decir del infinito es que hay infinitos números, no sabemos si es par o impar, pues si le añadimos la unidad aún así no cambia su naturaleza, no lo conocemos que es porque tiene extensión como nosotros poseemos, pero no tiene límites como nosotros, y hay algo casi que se asemeja al infinito: Dios, pues él no tiene límites como el infinito, pero se distancia del infinito numérico pues Dios no tiene extensión; pero hay algo que nos permite conocer a Dios, la fe y la gloria. Siguiendo el pensamiento de Pascal sabemos que hay contradicción, pero en el diálogo encuentra una unidad, una armonía: Dios es incomprensible por nosotros pues se aleja de lo que somos nosotros, no tiene partes ni extensión, no sabemos cómo es ni si es; pero el cristiano sí lo sabe, y tiene que dar pruebas de ello, aunque para el mundo, para la carne sea stultitiam, así que como cristiano que es justificará la existencia de Dios, no desde la fe, sino desde la razón, pero no la razón soberbia que quiere demostrar todo, sino la razón geométrica : Dios existe o no. Cualquier persona se encuentra en esta disyuntiva y dependiendo de lo que decida se está jugando su propia existencia, en efecto, mientras estamos en esta vida debemos escoger por una de estas dos posturas, pero debe hacerse con una responsabilidad, con una toma de consciencia de que se pone su existencia enfrente del que ostenta la creación. Pero para saber si es posible esto Pascal pesa las dos posibilidades con una pérdida y con una ganancia en cada lado de la balanza, dice que hay dos cosas que perder, a saber, la verdad y el bien, pero aparte de eso hay que dejar dos prendas la inteligencia y la voluntad, pero aquí no está el punto de la ganancia o de la pérdida, pues estos dos son los planos en los que llegamos ya sea por la razón y la otra por el corazón, pero el otro plano sobrepasa a estos y es la bienaventuranza del hombre y aquí es donde nos jugamos el todo por la nada. Sigue el argumento: si apostamos a que Dios existe tenemos que ver cuál es la ganancia y cuál es la pérdida. Si de verdad Dios existe lo que ganas no es una vida sino dos, por lo tanto parece que lo mejor es apostar a que Dios existe, pues es necesario arriesgar la propia vida para poder tener una de más, pues la vida que se gana es una vida eterna, y esta vida es una vida infinitamente dichosa, por lo tanto es necesario apostar por que Dios existe, pues se obraría con mal sentido si se rehúsa a «jugar una vida contra tres en un juego en que hay una muerte para vos, y esta muerte ganada vale por una vida dichosa.»
A este punto Donald Adamson –en su apartado ya citado- trata el argumento de la apuesta y menciona siete objeciones a éste. En primer lugar trata sobre la existencia del premio, en este caso la vida bienaventurada, dice que esto es contrario a las convenciones matemáticas normales, pues al que le habla Pascal le dice que debe apostar por algo que es posible su existencia. El segundo punto es sobre la naturaleza de la ganancia, pues ¿cómo Pascal a partir de las matemáticas correlaciona con un término especifico que es el Cielo cristiano? Otro argumento es que en las condiciones normales el que apuesta lo hace desde su propia libertad y Pascal le dice a su interlocutor que necesariamente debe apostar pues ya se ha embarcado. Otro argumento es sobre el disgusto que se puede encontrar en la vida inmortal, pues para los no creyentes y los infelices no vivirán en el Cielo, sino en el Infierno. La quinta objeción es que hay un cierto materialismo escondido en la noción de ganancia, pues ¿cómo se puede cuantificar el Cielo así como lo hace Pascal? La penúltima objeción es que Dios no puede dar la misma ganancia a todos por igual, sino que las ganancias deben ser diferenciadas, pues Dios sabe y conoce quién cree en Él por la fe y quien cree en Él por las razones evidentes. Y por último hay un vacío entre la pérdida y la ganancia, pues todo el que apuesta siempre quiere el máximo de ganancia y parece que hay un obstáculo insuperable con aquellos que no son creyentes.
Hemos dicho repetidas veces que el pensamiento de Pascal parece contradictorio en varios puntos, y en estas objeciones nos los hacen ver de nuevo, pero debemos seguir todavía reflexionando cómo Pascal une estos contrarios. En efecto, Pascal lo que le interesa es la vida bienaventurada, pero para llegar a ella hay niveles, planos, a veces su pensamiento parece escéptico, en otros dogmático; pero para resolver este problema debemos ver qué dice Pascal en su Conversación con M. de Saci. Saci le ruega a Pascal que le diga qué dice Epicteto y Montaigne, pues ellos los habían leído, pero Saci no encontraba nada en ellos. Pascal muestra las luces de uno de los grandes pensadores, Epicteto, pues él ha dicho que el hombre debe ser humilde y que todo esfuerzo humano debe desembocar en conocer la voluntad de Dios y seguirla. Por otro lado Montaigne ha reflexionado una moral que dicte la razón sin auxilio de la fe, y así coloca a todas las cosas en una duda universal y la «duda llega a dudar de si duda.» Puesto el relieve, ¿por cuál se inclina Pascal? Ni por uno ni por otro, sino que busca como un justo medio. En otro pasaje de los Pensamientos, en el apartado Sorprendentes contradicciones que se encuentran en la naturaleza del hombre respecto de la verdad, de la felicidad y de otras muchas cosas dice que el hombre busca la verdad, pero cuando está en camino se deslumbra y se confunde, y así surgen dos sectas: los pirrónicos y los dogmáticos. Los primeros dicen que no tenemos ninguna certeza de la verdad de los principios, es dudoso su origen, pues no sabemos si los principios son verdaderos o falsos o inciertos; y los otros dicen que no se puede dudar de los principios. Y esta es la lucha que enfrenta todo hombre si estar en el partido de los pirrónicos o el partido de los dogmáticos, pero aquel hombre que piense estar en el partido neutro, éste será el pirrónico por excelencia. Así vemos como Pascal no quiere pertenecer a aquellos que son inciertos, sino que busca una certeza fundamental en la vida de toda persona, ¿cómo encuentra Pascal esta certeza? Parece que se inclina bastante por el pensamiento pirrónico, el pensamiento de Montaigne, la incertidumbre, pero no es el estilo de Pascal, él busca lo cierto, lo fundamental. Así, pues, Pascal dice: «Conoce, pues, soberbia, qué paradoja eres contigo misma; humíllate razón impotente; cállate, naturaleza imbécil. Aprended que el hombre sobrepasa infinitamente al hombre, y oíd de vuestro maestro lo que ignoráis.» La razón que se queda en las meras apariencias, la que se queda en las opiniones, la que no trasciende la realidad natural, la realidad del hombre esa es paradójica consigo misma, es impotente, pues Pascal ve en la naturaleza algo más, ve la trascendencia que se encuentra en sí misma, sabe que la razón geométrica y el espíritu de fineza pueden hacer que la naturaleza hable, puede hablar desde el ángulo de la realidad física, desde el ángulo de la realidad matemática, desde el ángulo de la realidad filosófica, pero eso no agotaría la realidad misma, debe haber un ángulo que hable de la realidad teológica, del principio fundante de ella misma, pero ¿cómo sucede esto? Pascal afirmará que todo hombre conoce la verdad, pero el conocimiento de la verdad no se da sólo por la razón, sino también por el corazón y a partir de éste conocemos los primeros principios, en efecto, éste nos revela lo que la razón da por supuesto, el corazón nos habla de lo que es el número, el espacio, el tiempo, el movimiento, y estos principios son lo más firme que tenemos, más de lo que la razón nos puede demostrar, y la razón no puede exigirle al corazón la demostración de los primeros principios, pues es algo ridículo. Pero hemos visto anteriormente que el principio de los primeros principios es Dios, y además que es inextenso e infinito, y que el corazón puede llegar a conocerle, Él es el principio, Él es la verdad. En el argumento que Dios y la verdad son inseparables parece cartesiano, pues parte de la duda, concede primacía a los pirrónicos, a Montagine, pero esto para llegar a lo que los dogmáticos y Epicteto afirman: un Ser bondadoso nos ha creado para conocer la verdad. Así pues, por la razón geométrica y aún por la razón de la carne no se puede llegar a afirmar categóricamente la existencia, la naturaleza del premio, sino por el espíritu de fineza que es otro tipo de conocimiento, otro tipo de razón que nos lleva a conocer la verdad. Es más podemos decir que El argumento de la apuesta es la aplicación de lo que Pascal quiere demostrar, quiere que esto sirva para humillar a la razón soberbia que siempre quiere juzgar todo, pero aún así es necesaria, pues todo no lo podemos conocer por instinto o sentimiento, sino por la razón, por eso Pascal nunca rehúsa a la razón geométrica, es más, está en contra de los dogmáticos puros, aquellos que sólo se basan en lo que ya se dijo antes y se aferran a quedarse en eso, como los aristotélicos de su tiempo, debe haber una apertura en el hombre a conocerlo por la razón, y se adelanta mucho al pensamiento de su tiempo: con el pensamiento de la finitud e infinitud él concibe que lo finito es infinito y lo infinito tiene finitud, aunque suene contradictorio. Pascal concibe a las ciencias (la geometría, la aritmética, la música, la física, la medicina y demás ciencias que están sometidas a la experiencia de la razón) como finitas, pero en ellas hay algo infinito, todavía hay muchas cosas que descubrir en estas ciencias que parecen veladas a la razón del hombre de su tiempo, y también podemos decirlo que de nuestros tiempos, por eso Pascal dice en El prefacio para el tratado del vacío que el hombre debe aumentar la perfección de estas ciencias, pues «Los antiguos las han encontrado solamente abocetadas por los que les han precedido; y nosotros las dejaremos a los que vendrán después en un estado más perfecto que aquel en el cual las hemos recibido.» Es más la razón soberbia ha llevado a que muchos hombre se conviertan en tímidos y no permite explotar sus capacidades en la invención de muchas cosas en la ciencia y también ha llevado a muchos a entrar en terrenos que no conocen y que están pervirtiendo una ciencia mayor, como es la teología; e invita a todas las personas de buen juicio a restablecer el orden, la armonía que está en el conocimiento del hombre, pues este abuso ha llevado a la perversión el «orden de las ciencias con tácita injusticia.» ¿Qué hace que los hombres avancen en la ciencia? Se debe a que la naturaleza tiene la impronta del ser, fue creada por Dios, y al ser esto así la misma naturaleza tiene un misterio que el hombre va descubriendo de siglo en siglo, por esta razón el hombre produce para el infinito, pues en un principio –después de la caída del hombre en el pecado- el hombre vivía en la ignorancia, pero cada vez avanza en los conocimientos, los conserva para poderlos aumentar, pero esto no debe ser por un solo hombre, sino que invita a que el progreso científico se dé en el conjunto de todos los hombres, pues el trabajo de varios hombres tiene mayor efecto que el de uno solo. A todos aquellos hombres que se han esforzado conjuntamente en el progreso de las ciencias durante todos los siglos se les debe considerar como un solo hombre, el cual subsiste por siempre y aprende continuamente y, por esta razón todo hombre debe mostrar respeto a los filósofos:
Por donde se ve cómo es en nosotros sin razón respetar a los filósofos por su antigüedad; porque, si la vejez es la época de la vida más apartada de la infancia, ¿quién no ve que en la vejez de la humanidad no hay que buscarla en los tiempos de aquellos filósofos, sino en los nuestros?
Retomando las objeciones hechas por Adamson con lo expuesto anteriormente queda más claro porque Pascal no es incierto, ni se queda sólo en la posibilidad de la existencia y la naturaleza de la ganancia, con este argumento Pascal demuestra la existencia de Dios, las otras objeciones quedan superadas por el mismo pensamiento de Pascal, pues él no confunde los planos, como se puede observar en el planteamiento de Adamson, sino que Pascal pone a cada una de las ciencias un plano diferente y cada uno no puede tratar de sobrepasarse e inventar cuestiones sobre otra ciencia, pero aún así hay una correlación entre todas las ciencias, en efecto, Pascal dice en otra parte: «La verdadera naturaleza del hombre, su verdadero bien, y la verdadera virtud y la verdadera religión son cosas cuyo conocimiento es inseparable.» El argumento de la apuesta es el corazón, es el centro, de su presentación de la elección escatológica.