martes, 27 de octubre de 2009

Filosofía de las tecnologías avanzadas

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad. (Juan Pablo II, 1995: n. 2)

Este ensayo tiene el motivo de mostrar la importancia y la injerencia de la filosofía en la vida del hombre, pues en la actualidad la tecnología ha tenido gran repercusión en el desarrollo del hombre, pues para hacer más rápido y eficiente su trabajo, para mejorar su calidad de vida se apoya en artefactos construidos por él mismo.

Según la página de internet de Euroresidentes http://www.euroresidentes.com/futuro/avances_previsibles.htm) hay diez tecnologías avanzadas que cambiarán el mundo, una que propone esta página es la mecatrónica, y en este campo se ha desarrollado una gran revolución tecnológica, vemos en Alemania y Japón las demostraciones de androides como el ASIMO, de Honda, o al Papero de Nec, los vemos haciendo danzas, jugando partidos de fútbol, saludando y ofreciendo un menú a la gente que va a exposiciones de este tipo. Pero existen otras tecnologías que están desarrollándose y tienen un futuro prometedor: la biotecnología y la nanotecnología; y otros que tienen un futuro prometedor, pero van contra la dignidad de la persona: la clonación, los llamados bebés de probeta.

Pero, ¿qué pasa cuando el hombre cambia el sentido original de las cosas que ha desarrollado, cuando el fin práctico intenta ser bueno y el hombre lo cambia a su conveniencia para obtener poder sobre los demás?

Al desarrollo tecnológico que propone un mejoramiento biotecnológico de la persona, la filosofía lo ha llamado Transhumanismo y Posthumanismo, pues algunos filósofos y científicos han dicho que la siguiente evolución del homo sapiens sapiens es el homo cybersapiens (Cfr. Velázquez, 2005). Esto se dará a través de evoluciones que tendrá el hombre, estas son: los bio-orgs, los cyborgs, los silorgs y por último los symborgs[1] (Cfr. Velázquez).

Este ensayo es dirigido y tiene el propósito debe llevar al filósofo, y a los ingenieros mecatrónicos, biónicos, nanotecnólogos, mecánicos, electrónicos, cibernéticos; a una profunda reflexión, pues la conformación del hombre no es meramente material, y todo su conocimiento no se debe a una parte material como lo proponen algunos transhumanistas, sino que se debe a su parte anímica (primera parte) y que todos sus actos son realizados libremente, y al realizarlos de esta forma tiene una implicación, también anímica y no corpórea (segunda parte), pero la filosofía debe realizar una epistemología para tratar este tema (conclusión). Si se llega a esta supuesta evolución en el hombre, ya no tendremos al hombre como tal, pues le hemos quitado lo que caracterizaba al hombre: su alma racional.

Homo sapiens vs homo cybersapiens

«Quid est homo, quod memor es eius, aut filius hominis, quoniam visitas eum?» Sal 8, 5

La filosofía, a lo largo de su historia, se ha encargado de ir conociendo lo que es el hombre, esta rama filosófica es la antropología. Siguiendo la concepción del hombre de Guardini, en primera instancia lo divide en los actos que desarrolla el hombre: el conocimiento, la libertad, la acción, el sentimiento y la conciencia de la figura de la vida en la memoria y la previsión. También lo concibe en su composición substancial, en el cuerpo y espíritu. Estos dos elementos los ve como «un conjunto en el que todo y las partes se encuentran mutuamente imbricados» (Guardini, 2000; p. 149-150)

Con el transhumanismo se quieren dar por supuestos muchos elementos que conforman al hombre, uno de estos supuestos que propone el transhumanismo es la inteligencia artificial, en él sólo se quiere el conocimiento lógico, tratan de suprimir la experiencia como conocimiento, pues a través de juicios verdaderos se puede llegar a una conclusión verdadera (Cfr. Russel, S y Norving, P., 2004). También con el desarrollo tecnológico se pretende que el hombre nunca muera, pues va a tener partes en su cuerpo robotizados que son partes vitales: va a tener un cerebro artificial, un corazón artificial.

Según Russel y Norving la inteligencia artificial supera a la inteligencia del homo sapiens pues va más allá al tratar de construir entidades inteligentes (Cfr. Ibid: p.1). Una forma de evaluar la inteligencia del robot es la Prueba Global de Turing[2], pero esto sólo se remite a algunos accidentes del objeto y no a su esencia, por ej. no se conoce un objeto sólo por su peso, o sólo por su color, o sólo por su forma; se debe conocer por su totalidad. La inteligencia artificial es débil en el punto del conocimiento, pues inducen que el conocimiento en el robot puede ser a través de datos que se le den y por medio de silogismos llegar a una conclusión, pero el hombre está abierto a los cambios que ocurren en su interior y en el exterior en el que se encuentra, pero no se queda estático, sino que reacciona pues por su independencia puede modificar lo que él quiera.
Russel y Norving desmitifican lo que la gente dice acerca de la tecnología y de la Inteligencia Artificial, ellos tocan 6 puntos:
· “Las personas podrían perder sus trabajos por la automatización.
· Las personas podrían tener demasiado (o muy poco) tiempo de ocio.
· Las personas podrían perder el sentido de ser únicos.
· Las personas podrían perder algunos de sus derechos privados.
· La utilización de los sistemas de IA podría llevar a la pérdida de responsabilidad.
· El éxito de la IA podría significar el fin de la raza humana.” (p. 1091)

A la tercera cuestión, los autores dicen que:

La humanidad ha sobrevivido a varios retrocesos hacia nuestro sentido de unicidad, y ponen como ejemplo que con De Revolutionibus Orbium Coelestium la Tierra deja de ser el centro del universo y que en el Origen de las especies el hombre está al mismo nivel que otras especies, y que por eso las personas no perderían su sentido de ser únicos, pues ya se han superado otros retrocesos que supuestamente amenazaban a la moral (Russel y Norving, 2003: p. 961).[3]

Las personas no pierden el sentido de ser únicos, pues lo son, pero se empieza a nublar lo que es la identidad humana. Aristóteles pone las bases para hablar de la identidad de la persona, éste decía que hay algo que permanece idéntico, y esto no se mantiene igual en el tiempo, sino a través del cambio, pues si cambia sigue permaneciendo, esto sólo le ocurre a un sujeto substancial (Cfr. Velázquez): «En efecto, crecer y perfeccionarse no significa convertirse en otro, sino en actuar de manera eficaz teniendo en cuenta el propio presente, el pasado y el futuro, que, en cierto sentido, también forman parte de ese presente». (Melino, 2001: p. 98)

El punto más importante es el sexto, pues los autores dicen que el cine se ha encargado de darle un fin trágico al hombre por medio de la guerra entre los robots y los hombres. Todo esto tiene su inicio en obras de ciencia ficción, y un representante importante es Isaac Asimov, el cual estableció leyes para los robots:

“Ley cero: Un robot no debe atentar contra la humanidad, o, por inacción, permitir que la humanidad sea lastimada.
Ley uno: Un robot no lastimará a un ser humano, o, por inacción, permitir que un humano sea lastimado, a menos que esto viole una ley de mayor jerarquía.
Ley dos: Un robot debe obedecer órdenes dadas por humanos, excepto cuando estas órdenes entran en conflicto con una ley de mayor jerarquía.
Ley tres: Un robot debe proteger su propia existencia si no entra en conflicto con una ley de mayor jerarquía.” (Delgado, 1998: p. 194-195)

El fin del hombre que propone el transhumanismo no es que la máquina, con sus herramientas, aniquile al hombre; sino que este fin del hombre se dará a través de un cambio substancial gradual del ser humano a ser robot, pues según ellos apelan a la libertad individual para beneficiarse de implementos tecnológicos para adquirir mayor fuerza, capacidad o alcance a nuestras facultades humanas (Cfr. Velázquez, 2005). El fin del hombre se da a través de algunos peligros para la humanidad que presenta la biotecnología, por ejemplo los super-microbios, los nuevos virus o los alimentos genéticamente modificados (Cfr. Fukuyama, 2002), pero la amenaza más típica que presenta la biotecnología es lo que Tom Wolfe en el título de uno de sus ensayos llamó “Lo siento, pero vuestra alma acaba de morir” (Fukuyama, 2002: p. 20).

¿Cómo es esto que nos presenta Wolfe? Como ya hemos visto, sabemos que el hombre no consta sólo de un cuerpo, sino también de un alma, espíritu, y ésta tiene potencias, a saber: la inteligencia y la voluntad. Lo que Wolfe nos dice es que al tratar de darle una supuesta inteligencia y al pretender darle una cierta voluntad predeterminada, lo que hacía único al hombre, acaba de ser aniquilado a través de un “alma robótica”, pues la biotecnología ofrece una
(…) mayor esperanza de vida, pero con capacidades mentales disminuidas; liberación de la depresión, junto con la supresión de la creatividad y del ánimo; tratamientos que desdibujan la frontera entre aquello que conseguimos por nosotros mismos y lo que logramos gracias a las concentraciones de sustancias químicas diversas en nuestro cerebro. (Fukuyama, 2002: p. 30)

Lo que pretende la Inteligencia Artificial es que esta parte anímica no lo es del todo anímica sino corpórea, pues la inteligencia no se da en el alma sino en el cerebro, y ellos tratan de demostrar que construyendo una máquina capaz de hacer raciocinios son capaces de suplir esta facultad del alma humana y por medio de programas también se puede suplir la voluntad, pues sólo es necesario enseñarle lo que es bueno y malo.

Ética evolucionista

En este último punto, que hacen Russel y Norving en la filosofía de la Inteligencia Artificial, en el que argumentan que es posible una enseñanza del bien y del mal al robot entran en cuestiones de ética, pues al darle ciertas “leyes” de lo que es bueno y malo el robot, a través de comandos (condicionales, if; ciclos, for; hacer mientras, do-while), debe “ejercer su libre albedrío” para siempre realizar lo que es bueno, pero en el libre albedrío juegan las 2 potencias del alma humana.

Esto último que la Inteligencia Artificial nos ofrece no es más que la presentación de una nueva persona, pues la definición que da Boecio nos dice que es de naturaleza racional, y, como ya hemos visto, lo que se propone la Inteligencia Artificial es hacer que una máquina haga raciocinios a partir de códigos y «si un circuito puede producir sus propias decisiones, entonces se puede decir que es inteligente»[4](Braga, 2002: p. 257).

La fuente de la ética se encuentra en el derecho natural, que no es un derecho escrito. Y el fundamento de la moralidad está en la naturaleza racional, pues la racionalidad tiene la capacidad de conocer la verdad (Cfr. Wojtyla, 1997) es la capacidad de acoger la verdad sobre el bien y la verdad sobre las cosas buenas (Cfr. Ibid.), pero el hombre, a su nueva “creación”, le quiere insertar un “derecho artificial” y lo quiere dotar de una supuesta inteligencia, pero con esta “inteligencia” nunca va a poder llegar a ser feliz, pues el fin de las potencias del alma humana es ésta, ni tampoco, por sí mismo, va a poder llevar a la verdad.

Por la naturaleza racional que posee el hombre consta de un “testigo y juez”: la conciencia moral, pues aprueba o condena los actos que realiza el sujeto. Estos actos que aprueba o condena la conciencia moral son los actos humanos, pues éstos son ejecutados consciente y libremente (Cfr. Gutiérrez, 1990), y los juzga «antes del acto, durante su ejecución y después de ella» (Vargas, 1990: p. 90). Al igual que la moralidad, la libertad es propia, exclusiva y es un don excelente de la naturaleza de los seres racionales pues «le confiere al hombre la dignidad de estar en manos de su libre albedrío y de ser dueño de sus acciones» (León XIII, 1888: p. 1), pero esto implica una gran responsabilidad, porque de la libertad nacen los más grandes bienes y los peores males. (Cfr. Ibid. n.1)

En el hombre la libertad es propia de la voluntad, pues ésta es movida por el bien. En efecto, la libertad reside en la voluntad, que «es por su propia naturaleza un apetito obediente a la razón» (León XIII, 1888: p. 5), pero como la inteligencia y la voluntad son facultades imperfectas, sucede que la razón pueda presentarle un objeto, que en realidad siendo malo, se le presenta en una forma engañosa de bien; y de igual forma la voluntad, por su dependencia a la razón, cuando apetece un objeto que se aparta de la recta razón, cae en el defecto de corromper y abusar de la libertad (Cfr. n.5).

Pero este don excelente de la naturaleza de los seres racionales tiene varios obstáculos que lo hacen disminuir y hasta lo pueden nulificar, a saber: la ignorancia, pues para elegir algo hay que conocerlo; el miedo, porque puede nublar la razón y en ese momento toda acción pierde el carácter de humano; las pasiones, pues un hombre con pasiones desordenadas está en o al borde del vicio; y la violencia, según sea el grado puede debilitarla (Cfr. Vargas, 1990).

El problema que encierra esto es que el robot con inteligencia artificial no puede actuar libremente aunque quieran darle los atributos del hombre, pues por más que intenten implementar un programa que se llame voluntad al robot, éste no sabrá qué es lo bueno, el Bien que se desea, y al tener una pseudo-inteligencia no podrá conocer lo que es la verdad. Es por eso que si conjugamos el “programa voluntad” y la pseudo-inteligencia el resultado de estos nunca será el de la libertad.

Los transhumanistas al darle una supuesta inteligencia al robot dicen que éstos pueden resolver problemas, y problemas muy complejos, y para resolver estos problemas es necesario: tener varias técnicas de resolución, clasificar problemas y, lo más importante, que anticipe el resultado que se va a obtener (Cfr. Mompin, 1987). Para resolver algunos problemas se recurre a lo que le llaman inteligencia por software, pues esta inteligencia consiste en los comandos e instrucciones que se puede modificar a sí mismo: aprende (Cfr. Braga, 2002). Pero lo único que llegaría a “aprender” el robot es, por ej. saber cómo llegar de un punto a otro, acomodar varios libros por orden alfabético, limpiar un lugar…, pero nunca el robot podrá resolver problemas tan complicados de orden ético, pues a pesar que los transhumanistas digan que pueden resolver problemas complejos y hagan comandos para que conozca el bien y el mal, pero nunca van a poder llegar a la verdad, pues ésta es sólo posible para el hombre.

La persona humana tiene otras dos propiedades constitutivas de su ser y que nos muestran que tiende a ser algo más de lo que se manifiesta, a saber: la integridad y la identidad; y cualquier intento que se haga para su destrucción constituye una verdadera demolición del hombre (Cfr. Melino, 2001). Y algo que nos muestra más su especificidad, en consecuencia su ser único e incomparable, es la dignidad, pues es un bien en sí mismo que no es conmensurable, al contrario él mismo es la medida de valor para todas las demás cosas. «Este principio vale, en especial, para todo lo que tiene que ver con la biotecnología: las cosas tienen sentido en la medida en que están al servicio de la vida». (Melino, 2001: p. 100)

Conclusión

Como conclusión: el hombre siendo imagen de Dios tiene la semejanza en su dignidad, pues reflejan la bondad y la sabiduría de su Creador, él la refleja a través de las potencialidades de su alma: en su inteligencia es capaz de comprender las cosas establecidas por su Creador, y por su voluntad es capaz de dirigirse a su bien verdadero.

El hombre no se puede comprender por separado, es decir, no se le conoce sólo por su cuerpo o por su alma, se le conoce en conjunto, pues nos hace conocer su alma a través de signos de actividad –autoconocimiento, dominio de sí mismo, lenguaje simbólico- que no se reducen a la dimensión corporal, pues éstos nos demuestran que es persona, y nos demandan el principio vital espiritual. (Cfr. Melino, 2001)

El hombre, nublada su vista de poder, en la actualidad se plantea la pretensión de crear un ser a su imagen y semejanza. Las cuestiones planteadas en este ensayo son apenas el principio de la siguiente “evolución” del hombre, es de suma importancia que la filosofía siga estas cuestiones con mucha delicadeza, pues se está jugando nada más la existencia del hombre.

Ante estos nuevos fenómenos, la filosofía debe seguir el planteamiento bioético, pues «trata de las cuestiones morales planteadas por las intervenciones sobre la vida humana, en particular por el uso de las biotecnologías» (Melino, 2001: p. 92). Pero no sólo por una bioética laicista, sino por una bioética teológica, pues «prolonga su propio campo de competencia científica a la vida del hombre en su totalidad» (Melino, 2001: p. 94), porque «si la globalización en la tecnología (…) no está acompañada por una nueva apertura de la conciencia hacia Dios, ante quien todos nosotros tenemos una responsabilidad, entonces esa globalización concluirá en una catástrofe» (Benedicto XVI, 2008: p. 25). Esta catástrofe es una supuesta “muerte de Dios” y del hombre, pues como dice la leyenda judía:

El profeta Jeremías y su hijo consiguieron hacer un día un hombre vivo mediante una correcta combinación de vocablos y letras. El hombre formado por el hombre, el gólem, llevaba escritas en la frente las letras con las que se había descifrado el secreto de la creación: “Yavhé es la verdad.” El gólem se arrancó una de aquellas letras que en hebreo componen esta frase, y entonces la inscripción pasó a decir: “Dios está muerto.” Horrorizados, el profeta y su hijo preguntaron al gólem por qué razón había hecho eso, a lo que el nuevo hombre respondió: “Si vosotros podéis hacer al hombre, Dios está muerto. Mi vida es la muerte de Dios. Si el hombre tiene todo el poder, Dios no tiene ninguno.” (Benedicto XVI, 2008: p. 12)


[1] «Los bio-orgs serían individuos originalmente homo sapiens pero codificados proteínicamente; mientras que los cyborgs u organismos cibernéticos, serían híbridos biológicos y mecánicos que vivirían no sólo en el entorno “natural” de los bio-orgs, sino en entornos diferentes como el espacio cercano. Los silorgs serían ya especies no humanas, adaptados mediante un ADN artificial sobre compuestos de cilicio con amoníaco como disolvente y diseñados para realizar tareas en el espacio exterior. Los symborgs serían organismos simbólicos, auto-reflexivos, auto-reproductivos, auto-conscientes, verdaderos programas vivientes que habitatían en internet como su infraestructura o entorno natural, y que se comunicarían a través de interfaces avanzadas para la comunicación con otras especies.» (Velázquez, 2005: p. 13)
[2] La prueba de Turing fue hecha por el matemático, filósofo inglés Alan Turing. Lo que intenta esta prueba es ver si un robot es igual de inteligente que un ser humano (en la actualidad ningún robot ha podido pasar esta prueba), y para comprobar si es o no inteligente tiene se tienen que cumplir 4 aspectos (después de que Turing hizo esta prueba otros informáticos le han agregado otros 2 aspectos y con estos 2 aspectos más se le llama Prueba Global de Turing): 1) Procesamiento de lenguaje natural: para poder comunicarse satisfactoriamente en lenguaje natural. 2) Representación del conocimiento: para almacenar lo que se conoce ó siente. 3) Razonamiento automático: para utilizar el conocimiento almacenado para responder a preguntas y extraer nuevas conclusiones. 4) Aprendizaje automático: para adaptarse a nuevas circunstancias y para detectar y extrapolar patrones. 5) Visión computacional: para percibir objetos. 6) Robótica: para manipular y mover objetos.


[3] «People might lose their sense of being unique (…) We also note that humanity has survived other setbacks to our sense of uniqueness : De Revolutionibus Orbium Coelestium (Copernicus, 1543) moved the Earth away from the center of the solar system and Descent of Man (Darwin, 1871) put Homo sapiens at the same level as other species. AI, if widely successful, may be at least as threatening to the moral assumptions of 21st-century society as Darwin’s theory of evolution was those of the 19th century» N.T. Gutiérrez González Manuel Alejandro
[4] «If a circuit can produce something through the process of making its own decisions, then it is valid to classify it as intelligent» N.T. Gutiérrez González Manuel Alejandro
[5] Cfr. Melino, L. (2001)