lunes, 29 de octubre de 2012

Devenir en cristiano. Kierkergaard


En este tiempo de la filosofía se considera que es un momento post-moderno o contemporáneo, podemos decir que el título de filosofía contemporánea tiene sentido al decir que es el pensamiento filosófico que se “está desarrollando” o que es actual, pero el título de post-moderno necesita un análisis, pues ¿por qué se puede decir que la filosofía que se está desarrollando va más allá de la modernidad?, ¿qué es lo que va más allá de la modernidad?, ¿se quiere superar la modernidad?, si es afirmativa esta pregunta ¿qué es lo que se pretende superar?, ¿qué es lo que se puede criticar de la modernidad si ésta nos ha dado desarrollo científico, tecnológico, político, económico, social?, es decir, la modernidad nos ha dado el progreso, y lo que no está en progreso no es moderno y adquiere un tono despectivo como el término medieval, la modernidad nos ha dado bienestar en todos los ámbitos mencionados, así pues ¿qué se le puede criticar?, ¿cuál es el punto débil del pensmiento moderno? Para poder analizar estos puntos veremos una pequeña y apretada síntesis del final de la época Medieval, la decadencia, y los puntos o puntos principal del discurso Moderno, veremos qué es lo que critican y quiénes son los detractores de este pensamiento moderno y analizaremos cuales argumentos manejan contra el modernismo, veremos si estos críticos detractores se les puede seguir considerando como modernos o post-modernos o cómo se les puede considerar.

Después de los grandes avances en los ámbitos teológicos y filosóficos en la Edad Media, en especial de san Buenaventura y de santo Tomás de Aquino, en la historia de la filosofía sigue un período que se conoce como Modernidad. Las raíces de la Modernidad la podemos encontrar con la sentencia de Guillermo de Ockam pluritas non est ponenda sine necessitate, en efecto, a partir de esta sentencia se abre paso a un escepticismo radical, se pone en duda toda cuestión metafísica y al conocimiento de toda la realidad. Así pues, en el Renacimiento se empieza a vislumbrar un método por el cual no quepa duda, un método un tanto riguroso que permita al cognoscente una relación más estrecha con la realidad, un conocimiento exacto de la realidad, este método sus principios deben ser demostrables, acordes con la realidad, exactos e indubitables: este método es una ciencia exacta, rigurosa en sus axiomas, la matemática. En efecto, esta ciencia empezó a tener un auge impresionante después de esta frase de Ockam, sólo basta recordar a un Nicolás de Cusa, un Galileo Galilei, un Iohannes Keppler, un Tycho Brahe, hasta llegar a un personaje controvertido del cual se dice que es el fundador de esta época: René Descartes. Decimos que es el padre de la modernidad porque a partir del pensamiento cartesiano surgen dos corrientes de pensamiento, a saber, el racionalismo y el empirismo.  Descartes concibe un sistema de conocimiento en el cual hace una analogía con un árbol, diciendo que en las raíces se encuentra la metafísica, el tronco es la física y en las ramas las demás ciencias. El problema radica en las raíces, pues la metafísica cartesiana no es una metafísica del ente en cuanto ente, sino una metafísca racionalista, en el cual su fundamento son las tres ideas innatas, en específico la res cogitans.   La propuesta cartesiana es la universalización de las matemáticas, esto es, que a partir de otra idea innata, la res extensa, podemos conocer la realidad tal cual es, así pues, la metafísica racionalista de Descartes es concebida desde entonces como un método matemático, el cual nos dará a conocer la realidad a través de axiomas indubitables. El máximo exponente de este pensamiento racionalista es Leibniz, pues el llevó a cabo el sistema de conocimiento cartesiano, puso en las raíces metafísicas a la Mónada y a partir de ésta desarrolló todo su pensamiento. Por la corriente del empirismo podemos mencionar a David Hume, el cual niega toda metafísica posible, pues lo único que podemos conocer son las sensaciones que recibimos de nuestros sentidos y a partir de estos podemos formar ideas simples, como la idea de extensión, color y demás. Estos dos pensadores son importantes, pues después de ellos viene un filósofo alemán que en su pensar filosófico une estas dos corrientes, hace una crítica a la razón para saber qué es lo que podemos conocer, quiere saber si la matemática, la física y la metafísica son ciencias y, si lo son, cuál es el fundamento para poder decir que lo son. Kant dirá que la matemática y la física sí son ciencias pues hay dos Formas Puras a Priori de la sensibilidad que dan sustento a estas ciencias, a saber, el Espacio y el Tiempo, el primero es la Forma Pura a priori de la sensibilidad que da sustento a la física como ciencia, y el segundo es la Forma Pura a priori de la sensibilidad que da sustento a la matemática como ciencia, pero dirá que la metafísica no es posible como ciencia, pues ésta contiene en sí ideas trascendentales que sólo fungen como ideas reguladoras. Así la Razón queda purificada de toda pseudo-ciencia, pues lo que podemos conocer está sustentado por lo a priori, lo único que podemos conocer es el mundo fenoménico, aquel mundo que Hume había dicho que conocemos por la sensación. Así es cómo la Metafísica, todo lo que podemos alcanzar por la razón ha quedado excluído: el conocimiento de Dios, del hombre y del mundo; la Razón se consolida como lo único que da sustento a toda la realidad, existe en cuanto lo pienso, pero no una existencia concreta, sino una existencia fenoménica, pues el mundo nouménico escapa totalmente de la consciencia, del yo trascendental. A esto se le conoce como el giro copernicano, es la tergiversación del ab esse ad posse valet consequentia. El máximo esplendor de estas consecuencias trascendentales es el momento en el que vive Kant, la Ilustración, en esta época se ensalza tanto la razón que se convierte en un nuevo dios, todavía más con Hegel diremos que es el Espíritu Absoluto que se despliega en la historia, y si Hegel no piensa la realidad peor para ella.

Con esta síntesis brevísima de la historia de la filosofía en la época moderna podemos vislumbrar un poco cuál es el problema, la crisis de ésta: un racionalismo por el cual no hay apertura al mundo que existe en sí, también por la pregunta de quién es el hombre, pues parece que el hombre sólo es consciencia, sólo es pensamiento que se centra en su propio cogito. Kant ha cerrado las puertas a la apertura completa del conocimiento, el ente en cuanto ente se ha perdido en el mundo nouménico el cual no sabemos si existe, lo único cierto que conocemos son las impresiones que recibimos del mundo nouménico, es decir, los fenómenos que se dan en el yo empírico. ¿Cómo escapar de este trascendentalismo? ¿Cómo llegar al conocimiento del mundo nouménico, pues Kant cerró toda posibilidad?, es más ¿la razón pura, que estructura el mundo fenoménico y es la condición de conocimiento, se puede equiparar con Dios o es Dios mismo -así como lo exaltaron en la Ilustración? En ese momento así se consideró, pero algunos se empezaron a decepcionar de la exaltación de la razón, pues parece que la mera razón no da sustento a toda la realidad, no la puede explicar como tal, la filosofía se había convertido en un sistema cerrado en el cual no cabían posibilidades, pues el método cartesiano todavía seguía en pie, los axiomas rigurosos nos permiten el conocimiento de la consciencia en las formas puras a priori del Espacio y Tiempo, las ciencias exactas tomaron la batuta del conocimiento. Uno de los problemas importantes de la modernidad resulta del giro copernicano con base un poco en la Reforma protestante, pues la filosofía se deslinda completamente del fundamento y principio de las cosas en sí: Dios; a partir de este momento podemos observar el ateísmo de algunos filósofos. A mi modo de ver el filósofo que hace más crítica a este pensamiento moderno es Kierkegaard -pero sabemos que hay otros detractores, a saber, Schopenhauer, Nietzsche, Bolzano...-  aunque no se le considere como tal, pues su intención no era filosófica sino teológica. A estas críticas las podemos enmarcar en un momento de transición entre el pensamiento moderno y el pensamiento que se le considera post-moderno o contemporáneo, pues ellos dan las bases para esta nueva etapa del pensamiento filosófico, la crítica al pensamiento moderno se enmarca en la crítica a Hegel, pero en específico a lo que se le puede llamar idealismo trascendental. Estos autores son de transición porque no adoptan el pensamiento del idealismo trascendental, sino que empiezan a poner las bases contra este pensamiento, es más, uno dirá que el acceso a los noúmenos no es por la Razón Pura, o el Espíritu Absoluto, sino por la Razón Práctica, otro empezará a sentar las bases del existencialismo en tres estadios, otro dirá que los modernos son unos hipócritas con el espíritu del Renacimiento, pues lo han traicionado. Shopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche atacan el sistema hegeliano, uno diciendo que lo que da sentido es lo irracional, la voluntad, otro oponiendo el pensamiento a la existencia, pues distancia el ser del pensamiento, el último quitando el sentido en el mundo, pues lo que tiene sentido implica un dios. Así desde estos puntos cada autor propone una nueva línea de pensamiento para criticar a la modernidad: el voluntarismo, el existencialismo y el nihilismo; pero  los tres coinciden en un punto esencial, algo a lo que se llama vitalismo. En efecto, estos pensadores quieren poner la atención de la reflexión filosófica ya no en la consciencia, sino en la vida, pues parece que ésta es el motor de la existencia de todo, es más, es el fundamento de la consciencia misma.

El pensamiento de Kierkegaard contiene unos elementos que son necesarios considerar y tal vez volverse a plantear, un punto que hace que se desarrolle el pensamiento kierkegaardiano es demostrar la inconciabilidad de la filosofía y del cristianismo, esto debido al sistema cerrado del pensamiento hegeliano, pues el idealismo trascendental no es más que un inmanentismo, el cual no nos permite acercanos a un Dios como lo proponen los cristianos, es más, propone la responsabilidad del individuo frente a Dios, es la puesta de la existencia del individuo frente a un Ser superior al individuo, es un jugarse la vida, es vivir en decisión, así pues, no puede ser como el sistema hegeliano en donde todo cabe en la síntesis, pues aquí no entra la libertad, y en el otro sí, pues es el jugarse la vida misma, la existencia, y aquí es donde entra la posibilidad de la salvación del individuo mismo, en el ejercicio de la libertad el individuo pasa de un estadio a otro, pero lo que de verdad permite el salto de uno a otro es la angustia. En efecto, la angustia nos remite a que venimos de la nada, es decir, es tener consciencia de la nada, el individuo se estremece ante esta problemática, pues es consciente de que existe, pero se está jugando su existencia con su libertad, es más, puede volver a la nada, es por eso que propone la responsabilidad frente a Dios, pero ¿cómo se da esta responsabilidad? La existencia misma es comprometerse con la propia vida, se puede conocer, pero no hay que categorizarla, sino asumirla, vivirla, esto es, en definitiva comprometerse consigo mismo, a esto podemos decir que Kierkegaard lo llama subjetividad. Estas dos no se pueden entender por separado, pero tampoco sólo estas dos, sino que se entiende en una triada: existencia, subjetividad e individuo, este último es ser un hombre concreto, es ser un ser responsable de sus actos, pero hay todavía algo más que hace que este ser que es responsable de sus actos sea lo que es, que devenga en individuo sin perder su dignidad ni libertad y esta es jugarse su existencia en Dios, es decir, es decidir su compromiso con la propia vida en Dios. La creencia en Dios permite que nuestra existencia se vea modificiada radicalmente, ya no es devenir en individuo, sino devenir en cristiano.

Creo que este planteamiento del devenir cristiano si es tomado en serio traerá nuevos impulsos a la vida tanto personal como comunitaria, pues es la puesta de la propia existencia del individuo frente a Dios, pero no cualquier Dios, sino un Dios personal que se ha entregado por libertad, por amor al hombre, que le ha mostrado y le ha dicho quién es Dios y quién es el hombre mismo, pero para poder establecer una comunión libre y con amor del hombre a Dios, el hombre debe responder del mismo modo de manera responsable, ser consciente de sus actos libres, ser responsable de su existencia, debe superar sus pecados, pero no por él mismo, sino confiar totalmente su existencia, su individualidad, en la Misericordia de Dios. Si el individuo deviene en cristiano, si es responsable de su existencia, transforma las realidades temporales hacia Dios, la existencia del hombre deja de ser limitada se va asemejando cada vez más a Dios, pues el hombre es llamado a la existencia por este Ser. Pero hay que hacer una observación, el individuo no se salva solo, es decir, vive en una comunidad, pero al entablar una relación con otro individuo puede hacerle consciente de su existencia, de la responsabilidad de su vida, de la toma de consciencia de su libertad, ser responsable de sus actos no juzgado por sus propios ojos, sino ser responsable de sus actos juzgado por los ojos de Dios. Creo que el intento de Kierkegaard por regresar a la esencia del cristianismo debe replantearse con seriedad, pues da nuevas luces y nuevas propuestas ante este mundo secularizado.