viernes, 22 de marzo de 2013

Los colores de Cuaresma


Al final de la primera parte del tiempo Ordinario se vislumbraba lo que íbamos a vivir como Iglesia. El 11 de febrero anunciaba su renuncia el Papa Benedicto XVI y 2 días después empezaba el tiempo de Cuaresma, tiempo profundo de oración, acompañado de ayunos, sacrificios y limosna Se cambió del color litúrgico verde, color de la esperanza en el anuncio del Reino de Dios, al color morado, tiempo de sobriedad y de alguna forma nostalgia, en especial en este tiempo recordamos que se nos quitará al Esposo: «vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que a donde yo voy, vosotros no podéis venir.» (Jn 13, 33); desde el inicio de la Cuaresma hemos dejado de cantar el “Aleluya” -¡Bendito sea Yahvéh!- y decimos “Honor y gloria a ti Seño Jesús”, recordando que el honor y la gloria empiezan en el momento de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.» (Jn 13, 31). El Vicario de Cristo se fue en este tiempo de penitencia y oración; y el Señor no deja de guiar a su Iglesia.

De forma profética el IV domingo de Cuaresma nos anunciaba de forma misteriosa lo que acontecería: se conoce como domingo laetare, ¡Alégrate Jerusalén! Después de un es del anuncio de la renuncia, donde varios llorábamos la decisión heróica del Papa, parecía resonar el salmo 137 «A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión... ¿Cómo podríamos cantar un canto de Yahvéh en tierra extraña? ¡Jerusalén, si yo me olvido de ti, que se me seque la diestra!» (1. 4-5) Pero en esta IV semana de Cuaresma, cercános a la Semana Santa, cercanos a la V semana que se usa el Prefacio de la Pasión para empezar a vivir ya desde ese momento el dolor de la Pasión para llegar a la gloria. Este domingo se usó el color rosa, significando que seguimos el tiempo de Cuaresma, pero se vislumbra lo que vendrá, un tiempo de gloria, lo que significa el color blanco. El lunes volvimos a usar el morado, recordando el tiempo de oración, pero el martes cambiamos otra vez de color, ahora el rojo, pidiendo ahora el testimonio heróico de toda la Iglesia, el testimonio de fe de todos aquellos santos que saben que nuestro Señor Jesucristo guía sabiamente y prudentemente a la Iglesia a través de las inspiraciones del Espíritu Santo: pedíamos en la Iglesia por la elección del nuevo Sumo Pontífice –Misa pro eligendo Papa-. Así fue el martes y miércoles, nos uníamos al innumerable ejército de los mártires, aquellos que blanquearon sus vestidos con la sangre del Cordero. Así, el día de hoy (jueves 14 de marzo de 2013), después de que la Iglesia se cubrió de la sangre del Cordero –color rojo-, hoy se han revestido los sacerdotes de color blanco y de nuevo, de forma profética, el gozo, la alegría ha cubierto a la Iglesia entera, vendrá de nuevo el Esposo ¡salid a recibirlo!

Después de sentarnos a llorar con el Salmo 137, volvemos nuestros ojos al salmo anterior, 136, el gran himno del pueblo judío, el gran Hal-lel, este himno lo cantaban los judíos en la fiesta de Pascua recordando los prodigios que Yahvéh ha hecho en favor del pueblo de Israel: en nuestra humillación se acordó de nosotros, «¡Dad gracias al Dios de los cielos, porque es eterno su amor!» (26). De esta forma, Dios nos muestra la hermosura de su Iglesia, así como la ge que debemos tenerle, nos muestra nuestras limitaciones y nuestra necesidad de estar siempre agarrados de Su Mano Providente.

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