En este ensayo lo que se pretende hacer es una revisión de lo que es
la religión, pero lo principal es cómo ha contribuído la religión al
crecimiento de la cultura. ¿Acaso será posible esto?, pues parece que la
religión nada novedoso aporta a la humanidad, pues parece que ésta vive en la
antigüedad. Si tiene aportaciones la religión sobre la cultura ¿cuáles son?, y
¿la cultura aportará cosas a la religión?, esta parece ser más plausible que la
tesis anterior. Todavía más, al hablar sobre el ámbito religioso entramos a un
problema que tiene que ver con Dios y su esencia -aceptando que existe- ¿se
podrá afirmar un culto de adoración a este Ser?, esta afirmación entra en el ámbito
de la racionalidad del culto, es decir, ¿la razón puede comprender y aceptar el
culto a Dios?
Para poder abordar
estas cuestiones debemos comprender qué es la cultura, pero se abordará desde
el pensamiento, la reflexión, cristiano. El problema de la cultura moderna
radica en la concepción y mirada que se tiene del hombre, si al hombre se le
considera como pura materia el cual no posee un espíritu que lo eleve a la
contemplación de lo infinito, el trabajo y desarrollo cultural del hombre queda
en la inmanencia o en el puro campo material, el cual es corruptible, si esto
es cierto ¿cómo es que hay algunos campos del desarrollo cultural que hacen que
el hombre los trascienda y lo haga sentir pleno, satisfecho, como es el caso
del trabajo o de la familia o del arte? La concepción del hombre en su
integridad y en su dignidad nos hace comprender la trascendencia de sus
esfuerzos, de sus trabajos en el campo cultural, en el campo social, en el
campo político, religioso... La cultura podemos decir que es «todo aquello con
que el hombre afina y desarrolla sus
innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo
orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social»[1],
es decir, es propia de la naturaleza humana alcanzar su plena humanidad sino es
a través de la cultura, crece en su propia humanidad. Pero encontramos otro
problema: si el trabajo y conocimiento del hombre, el enriquecimiento y el
desarrollo del hombre en la cultura lo lleva a la trascendencia ¿qué es la
trascendencia o a qué trascendencia lo lleva?, ¿lo lleva a una “trascendencia
material” o una espiritual o ambas? El hombre es un ser compuesto, como ya
habíamos mencionado, de materia y forma, de cuerpo y espíritu, pero al
trascender trasciende todo él, todo su ser compuesto, pero lo hace trascender a
un Ser que es más que él, es un Ser que posee el Ser en perfección, y que el
poseer su Ser perfectamente hace que los demás seres participen de su Ser
-conservando su Unidad y su esencia, permanece todo él entero. Así el
fundamento del hombre es el Ser que subiste por sí mismo, y el fundamento de la
actividad humana tiene su base y fundamento en este ser. Podemos decir que la
cultura también tiene un alcance metafísico, pues la trascendencia del hombre
hace trascender todo el obrar humano hacia el Ser, pero parece ser que existe
un obrar humano que lo hace llevar más cerca a la contemplación de este Ser, y
es su actitud religiosa. ¿Cómo establecer una religión con sustento en el Ser,
si parece que este ser está completamente alejado del hombre? De esta forma el
hombre no puede alcanzar la trascendencia, el hombre no puede hacer una
religión por la cual pueda alcanzar la perfección de su ser en la contemplación
del Ser divino, al contrario debe ser este Ser divino el que se revele y
establezca la forma adecuada de la adoración que le debe tributar el hombre a
Él. En efecto, ¿cómo un ser corruptible puede ofrecer sacrificios agradables al
Ser que es incorruptible?, es pues necesario que Él diga cómo se le deben ofrecer
los sacrificios para que el hombre pueda alcanzar la trascendencia y la
perfección de su ser, pues con una mirada crítica podemos ver que cada vez que
el hombre ofrece sacrificios al ser divino él mismo se va asemejando al ser
divino, hay algo nuevo en el ser del hombre que lo va perfeccionando.
Pero para poder
comprender esta situación (de que el hombre pueda ofrecer sacrificios según
este ser), debemos bosquejar la esencia del Ser[2].
Sabemos a primera instancia que este Ser es el fundamento de todas las cosas
que existen, pues la esencia del Ser es su misma existencia, y su existencia es
su esencia misma. Aún más, nos podemos acercar a conocer la esencia del ser
divino a través de sus atributos, por medio de una teología negativa, esto es,
negar en sí lo que no es Dios[3].
Podemos hablar de más atributos del ser divino: su simplicidad, su unidad, su
omnipotencia, su omnisciencia... Pero los hablaremos de grado eminente, cada
vez que encontremos una perfección en los entes corpóreos podemos hablar de esa
perfección en grado eminente en Dios, pues Él es el Ser que participa de su Ser
a las creaturas y al participar su Ser les participa sus atributos a las
creaturas, pero de modo análogo. Ahora bien, para que el ser divino se pueda
comunicar con sus creaturas debe este ser tener en grado eminente una
perfección que nosotros podamos encontrar en algunos seres creados. Dentro de
todos los seres creados podemos observar que sólo los seres racionales se
pueden comunicar entre sí, estos son, los hombres. Por su esencia los hombres
son seres racionales, y al ser racionales tienen la capacidad para poder
entablar relaciones entre sí, pueden expresar sus pensamientos y emociones a
otros seres racionales como ellos. Así podemos pensar que como el hombre tiene
la capacidad racional, la capacidad de poder expresarse, Dios posee este
atributo en eminencia, es decir, Dios es el Ser racional; Aristóteles dice que
es el Pensamiento que se piensa a sí mismo, el es el Λογος. La
distinción del atributo de la racionalidad de Dios, no es una razón discursiva
como se da en el hombre, sino que es intelectiva; es decir, que en el momento
que piensa una idea conoce su esencia en sí en el mismo acto que la piensa.
Cuando el Ser se piensa a sí mismo engendra un Pensamiento en sí, este es
el Λογος Unigénito por el cual
todas las cosas fueron creadas, y cuando el
Λογος Ingénito piensa al Λογος
Unigénito hay una relación Διαλόγο, es decir, que el Ser que se piensa a sí mismo
engendra al Pensamiento Unigénito existe una relación intrínseca en su Ser, y
al ser de esta forma por su pensamiento mismo hay un diálogo, es decir, Dios
mismo es un Ser-en-relación.[4]
A este ser en relación le podemos dar el nombre de Persona[5],
pues es naturae rationalis individua
substantia, por su naturaleza racional es un ser en relación.[6]
Así, si Dios es un Ser-en-relación por su naturaleza puede entrar en contacto
con otros seres que por participación de su Ser sean semejantes a Él, se les
puede revelar, puede comunicarse con ellos.
Ahora bien, si Dios
se puede comunicar con los hombres ¿se ha comunicado alguna vez con algún
hombre? Y si es verdadero ¿qué le comunica o comunicó? Haré referencia al libro
del Éxodo, pues ahí se nos dice que un hombre habló con Dios. En primer lugar
encontramos que Dios mismo le habla desde una zarza que arde sin consumirse y
le dice que se quite las sandalias, pues el lugar que pisa es santo; después le
revela su nombre y por último le pide que lleve a su pueblo -Israel- a que le
dé un culto en el lugar que le mostrará. Llama la atención a primera vista que
Dios mismo se valga de un objeto común
para hablar con el hombre, pero lo interesante es que para mostrar la
inefabilidad de lo que acontece en ese momento el objeto en común muestra una
característica sorprendente por el cual el hombre se acerca: está quemándose
sin consumirse. A esto podemos decir que con el que está hablando no es con la
zarza, sino con un ser que está por encima de un objeto y que hace con él lo
que quiere, pero mostrando así que también ese ser con el que habla no
pertenece al mundo de lo corruptible, sino al mundo de lo Necesario e
Inmutable; pero no sólo eso, sino que por entrar en contacto con ese ser le
dice que el ámbito al que se acerca es un “ámbito” santo, así entramos a otro
tema ¿en qué consiste esta santidad de Dios? Para Rudolph Otto el sentido de
santidad es “una categoría explicativa y valorativa que como tal se presenta y
nace exclusivamente en la esfera religiosa”[7]
como un excedente de significación, pero esta santidad -la que llama numinoso-
va acompañada del sentimiento de sentimiento de dependencia y sentimiento de
criatura, es decir, que el hombre de forma analógica “se reconoce y se da
cuenta de sí mismo” y “que se hunde y se anega en su propia nada”[8].
En efecto, podemos notar en este relato bíblico cómo al entrar en contacto con
lo Santo, el hombre debe “hundirse”, rebajarse, anegarse a sí mismo, pero sin
perder su condición de hombre.
A mi parecer lo Santo no lo podemos delimitar en un
concepto o sólo teorizarlo, sino que tiene una relación con Dios, es más, es
Dios mismo. Dios muestra su santidad en el actuar, pues Él es acto puro, pero
como ser “dialógico” comunica su santidad al hombre, no podemos decir de la
santidad de las cosas sin hacer referencia al que posee por sí mismo la santidad,
si sólo lo pensamos sin hacer primero la referencia a este Ser caemos en un
inmanentismo, pues si no tenemos una referencia al que es santo, nosotros
mismos podemos establecer qué es lo santo pero a partir de nuestro cogito.
Otro dato que podemos encontrar en un pasaje del Evangelio de san Lucas es en
el Magnificat ahí se dice que su Nombre es Santo[9].
Aquí empezamos a establecer la conexión entre la Santidad de Dios y su Nombre.
Si el nombre que Dios revela de Sí mismo es «Yo soy el que soy» podemos decir que
la Santidad de Dios consiste en que Es, pero quedaríamos en la abstracción; es
decir, cuando el hombre conoce un “nombre” le es fácil referirlo a tal o cual
persona humana, es alguien conocido; pero el nombre de Dios, Yahvéh, es una
paradoja: en sí mismo es algo que se ha dado a conocer, pero al mismo tiempo es
algo misterioso, pues ¿qué es el Ser?
Decíamos que cuando
el Pensamiento se piensa a Sí mismo engendra un Pensamiento, el Λογος engendra un Λογος, si este Λογος engendrado es pensamiento del
Pensamiento ¿en qué consiste el Λογος Unigénito? Una explicación de qué
es este Λογος lo encontramos en
el Evangelio de san Juan, en su prólogo, este
Λογος es el Verbo que está
cerca de Dios, y que es Dios mismo, que es la Luz que ilumina a todo hombre que
viene a este mundo y que este Verbo que es Dios ha puesto su morada entre los
hombres.[10] El Λογος Unigénito es Dios mismo que se
ha encarnado, se ha hecho hombre, para que nosotros lo podamos conocer. Si Dios
mismo dice que su nombre es «Yo soy el que soy», el Λογος Unigénito es el Nombre de Dios hecho
carne: Cristo. El Nombre Viviente abre las puertas al hombre para entrar en
contacto con Dios mismo, pues Él es Dios y hombre verdadero, es el Sumo
Pontífice por el cual el hombre se asemeja a Dios, pues cada vez que el hombre
entra en contacto con Dios se acerca a Su Esencia, el hombre se diviniza. Ahora
bien ¿cómo se entra en contacto con Dios?, ¿cómo es posible esta divinización?
A estas cuestiones hay que retomar la otra parte del Éxodo, dar un culto a este
Ser que se ha revelado. Dios mismo le dice que saque a su pueblo para dar un
culto a este Dios, un culto que Él mismo va a establecer con su pueblo
escogido, el culto está relacionado con un lugar en específico: «la tierra es
entregada para que sea el lugar del culto al Dios verdadero»[11],
la tierra se convierte en un bien verdadero si Dios reina en ella y Él mismo
desciende al monte Sinaí en el cual da a su pueblo «las Diez Palabras»
(Decálogo): el pueblo que Él se escogió aprende
a «adorar a Dios según el querer de Dios mismo»[12].
Pero como hemos visto antes, Cristo mismo es el Nombre Encarnado, podemos decir
también que Él es la Toráh Viviente, es decir, los preceptos que Dios dió a su
pueblo se ha encarnado, pues es Dios mismo. Cristo al ser verdadero Dios y
verdadero hombre enseña a los hombres cómo adorar a Dios según su querer, sin
anular el Decálogo que Él mismo les había dado desde antiguo. La máxima
expresión del verdadero culto a este Dios se manifiesta en el pasaje de la
Última Cena que es una representación[13],
en la cual Dios mismo establece una nueva alianza con toda la humanidad, hace
presente el momento de su Pasión, Muerte y Resurrección. Por un acto libérrimo
de Cristo aceptó la muerte en cruz para liberar a su pueblo de la esclavitud,
ya no de otro pueblo, sino del pecado, de aquello que ata al hombre al mundo;
no es que el mundo sea malo, sino que se queda en la parte concupiscible, no le
permite llegar a la trascendencia. Esto es algo inaudito, el Λογος mismo establece un culto a Él mismo,
y este culto es un culto con Λογος,
es decir, es un culto razonable, pues el mismo
Λογος lo ha instituido en lo temporal, pero para llevar al hombre
completo, alma y cuerpo, a la eternidad.
Si decíamos que el
Ser divino Es, y que su Existencia es su Esencia misma, que Él mismo es Persona
y que por serlo establece relaciones personales, y todavía más que es Santo,
podemos decir que el Santo participa de su santidad al hombre. Ahora bien, al
principio decía que el hombre por su acción somete al orbe terrestre por su
conocimiento y trabajo y hace más humana la vida social, ¿podemos decir que la
cultura, entendida desde esta perspectiva, puede llevar al hombre a la
trascendencia? A mi parecer creo que sí, pues el hombre creyente, el hombre que
ha aceptado esta revelación le da un pleno sentido a todo lo que existe, pues
lo ve con ojos de fe, sabe que todo esto lo puede llevar hacia Aquél que lo creó,
pero no sólo eso, sabe también que puede santificarse en todo aquello que
realiza en este mundo, le da un pleno sentido a la amistad, al trabajo, a la
política, a lo social, al campo de la investigación... Así el hombre afina y
desarrolla sus cualidades, pone sus talentos al servicio de los demás, pero no
sólo eso, sino que los trabaja para producir creces. Lo más interesante, a mi
parecer, es que con esta visión, con la visión del Santo, ha tratado de imitar
su Naturaleza a través del trabajo del hombre, es decir, que el hombre es capaz
de hacer arte imitando lo que Dios mismo ha creado.
El arte cristiano no sólo se limita a la belleza de una
obra, sino que hace que el creyente contemple a la Belleza en sí, lo remite a
la Suma Belleza, pensar en el desarrollo cultural que ha hecho el cristianismo
en estos XX siglos lleva a muchos hombres contemporáneos a interrogarse de
nuevo sobre la existencia de Dios, a pensar a vivir como si Dios existiera
y no como si Dios no existiera. Observar la majestuosidad de las
Iglesias Catedrales, escuchar los cantos gregorianos, participar en la Santa
Misa como Dios mismo la ha instituido, las pinturas de hombres y mujeres santos
se debe a un acto concreto: que Dios mismo se ha hecho carne, se ha hecho
carne, se ha hecho hombre, justamente para morir; es un Ser-para-la-muerte. El
Eterno, el Inmutable, el Necesario, el Inmortal se hizo carne para padecer la
muerte y esta paradoja sólo es posible comprenderla desde el ámbito de la fe,
la cual es un asentimiento de la razón, es plenitud de razón y no algo
irracional. Justamente la fe nos hace ver con ojos sobrehumanos la hermosura en
la fealdad: la liturgia de la Semana Santa remite al sacrificio incruento de
Cristo, por un lado la 1° antífona del II lunes dice «Eres el más bello de los
hombre, en tus labios se derrama la gracia» y la siguiente antífona dice «Lo
vimos sin aspecto atrayente, sin gracia ni belleza». Justo a partir de este
acontecimiento salvífico de Dios para los hombres, ellos han compuesto lo mejor
que tienen de sí para el que Es-en-sí. Podemos pensar en las sinfonías de
Malher, la Misa de Requiem o la Misa de Coronación de Mozart, en el Gloria de
Vivaldi, en el canto Membra Iesu nostri de Buxtehude; o la Crucifixión de
Velázquez, las obras pictóricas del Greco.
La importancia del hombre no es la relación de las
semillas del Verbo, sino la relación con el Verbo de Dios mismo. El mismo Hijo
de Dios se ha unido en la encarnación con todo hombre, y esto no vale para los
cristianos, sino para todos los hombres de buena voluntad. Por eso se extiende
a toda la actividad del hombre, hay una actividad orgánica y ontológica en
Cristo y la actividad del hombre. La cuestión de que la dignidad de cada
cultura se debe a que el hombre está vinculado con Cristo. Aunque hay algunas
culturas que atentan la dignidad de la persona humana, no significa que no sean
dignas, sino que tienen poca dignidad, esto permite un criterio de
discernimiento para valorar las culturas.
Creo que el cristianismo ha introducido nuevos
conceptos, nueva mirada a lo que debe ser la cultura y la religión, nos hace
pensar, reflexionar si la religión y la cultura tienen un Λογος, son razonables para el hombre,
esto se dará si tenemos un sustento en el Ser, es decir, si el hombre vuelve a
aprender el lenguaje metafísico.
[1] Gaudium et spes n.53
[2] Para un análisis exhaustivo
sobre la naturaleza de Dios ver las siguientes obras: Summa Theologiae q. 3-22 Maritain, J. Los grados del saber. 1° Ed.
Buenos Aires, Argentina: Club de Lectores. Cap. V en específico sobre los
nombres divinos y el nombre de Persona.
[3] Lo que podemos decir de
Dios lo decimos a través de la analogía, pues lo único que podemos conocer
sensiblemente son los entes corpóreos, así si encontramos perfecciones en el
ente corpóreo podemos decir que Dios lo tiene, un ente corpóreo es bueno, o
bello, Dios también es bueno o bello, pero no es bueno o bello, sino que Él
mismo es la Suma Bondad y la Suma Belleza. A la teología negativa le sigue la
eminencia, afirmar lo que se ha negado de Dios pero en grado eminente.
[4] Para una profundización en
este tema hay que hacer notar los primeros intentos de los Apologetas cristianos,
en específico a san Justino en sus apologías a Antonino Pío. Para ver la
relación intrínseca que existe en el Ser divino hay que revisar los escritos de
san Gregorio Nacianceno. También hay que revisar los escritos de la Escuela de
San Víctor, en específico a Ricardo de San Víctor, cuando habla sobre la
relación de la Trinidad. Y para una pequeña síntesis de estos escritos leer
sobre Introducción al Cristianismo del Cardenal Joseph Ratzinger.
[5] Para la revisión de este
nombre divino primero hay que revisar los tratados del Pseudo-Dionisio De
divinis nominibus, también en la Summa Theologiae en la quaestio
De divini nominibus. Para el nombre divino de Persona Summa Theologiae
quaestio nomen Personae, Introducción al Cristianismo, Joseph Ratzinger en
el apartado El Dios de la fe y el dios de los filósofos y Los grados del
saber de Jaques Maritain en el apartado de El nombre de Persona.
[6] Para una mejor comprensión
es necesario revisar lo que Dios mismo dice de sí en la Revelación del Ex. 3,
13-15. En este pasaje Dios mismo dice de sí: «Yo soy el que soy». Al decir Dios
que Es abre un campo con el cual los hombres lo pueden conocer: la
Metafísica.
[7] Otto, R. Lo racional y
lo irracional en la idea de Dios. Madrid, España: Alianza. 1996 p. 6
[8] Ibid. p. 11
[9] Lc. 1, 49
[10] Cfr. Jn 1, 1- 14
[11] Ratzinger, J. Introducción
al cristianismo. 2° Ed. Madrid, España: Ediciones Cristiandad. 2002. p. 37
[12] Ibid. p. 38
[13] Entiéndase esta palabra de
representación no como una imitación, sino como lo que se hace nos lleva al
mismo lugar, mismo tiempo, es decir, se hace presente de nuevo. Digamos que en
el tiempo y espacio en concreto, con esa acción entramos en la eternidad.
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