martes, 3 de junio de 2014

Trabajo, economía y Bien Común

El mundo de la economía y del mercado tiene un gran compromiso con la humanidad, pues estos son productos de la creatividad del hombre, son una obra buena producida por el hombre; aunque durante algunos siglos se ha querido imponer la ideología de que éstos producen al hombre. Con esta ideología puesta en marcha, hemos entrado en varias crisis económicas, la más reciente en el 2008, esto se debe a muchos factores pero solo referiremos un factor: la globalización.

Platón calificaba a la πολις como un μεγα-ανθρωποσ, para ir dilucidando lo que sucede en una Nación, sus problemas y sus crisis; debemos analizar primero al hombre, así como cuando el hombre se enferma se hacen los diagnósticos médicos para saber qué mal está aquejando al hombre, debemos hacer un diagnóstico de la concepción del hombre y de nación y globalización para entender el mal que aqueja al mundo en estos tiempos de crisis, que no es sólo económica. El hombre, además de su entendimiento, tiene una razón práctica; es importante cada uno de los términos aquí usados: primero, porque el término razón hace referencia a la naturaleza del hombre, ya Aristóteles había definido al hombre como «animal racional», pero nos atendremos a la definición hecha por Boecio para persona «substancia individual de naturaleza racional»; segundo, porque esta parte práctica del hombre refiere a la capacidad del hombre a transformar la realidad que lo rodea así como a sí mismo, pero no es una transformación arbitraria, sino que esta transformación es dirigida por la misma razón, entendida como una de las facultades del hombre para poder acceder a la verdad. Las dos facultades del hombre actúan en armonía y en unidad, aunque a veces cabe el error en alguna de las dos facultades; una busca la verdad y otro el bien (entendido como fin); el fin último subjetivo del hombre es la felicidad, es el bien que persigue aquí en la tierra, y esta felicidad se une con el amor, con un don que le ha sido dado desde el inicio de su existir. Así, el amor entra en el terreno de la vida ética del hombre, y este elemento de la vida ética se debe manifestar en la vida social y política del hombre, es decir, en todo el hombre entendido desde su integridad. Cuando entra el error en alguna de estas dos facultades del hombre, encontramos el mal que le aqueja y como repercusión en la vida íntegra del hombre. El error más común que encontramos en la sociedad contemporánea es la «desviación y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre la caridad, con el consiguiente riesgo de ser mal entendida, o excluida de la ética vivida»1. Además, se han ido tergiversando a lo largo del tiempo los conceptos y la aplicación de la justicia y del Bien Común; aunado al subdesarrollo integral de la persona a través de la pérdida de la interacción de la ética con el intelecto, a la cerrazón de las relaciones entre la familia humana con base en la libertad y la responsabilidad;2 por último y de gran importancia, es la obnubilación de la consciencia con respecto a la ley moral natural.

El hombre contemporáneo ha endurecido su corazón para no abrirse a las relaciones de las personas que son próximas a él, la ética que se vive es una ética relativista, utilitaria e individualista. Estas razones han traído crisis a la humanidad, en específico al mundo económico, laboral, tecnológico y político. El beneficio, que se obtiene del trabajo, cuando se obtiene mal y sin tener al Bien Común como fin último, crea pobreza; así como «los efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa[...] los imponentes flujos migratorios[...], o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra»3. Otro elemento a considerar es el crecimiento de las desigualdades con respecto a la riqueza mundial, un efecto que encontramos en los países ricos es la deshumanización que se da por medio del derroche económico y las miras consumistas que miran a los consumidores mismos y no a las personas que más los necesitan; la sobre explotación de los países ricos respecto a los pobres buscando una producción a bajo coste «para reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior»4, así como la protección de los conocimientos con la rigidez de la propiedad intelectual que se realizan en los países “desarrollados”. Estos elementos llevan a «erosionar la cohesión social»5 y se ponen en peligro la democracia y el respeto a las normas, en el plano individual se erosiona la creatividad del hombre siguiendo la reducción de la cultura al ámbito tecnológico además, cuando existen incertidumbres sobre las condiciones de trabajo por la movilidad y la desregularización, empiezan los brotes de inestabilidad psicológica, inestabilidad en los caminos coherentes de la vida, incluido el matrimonio: «el estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual»6. Estos síntomas de enfermedad en la ciencia económica se deben a los alcances de corto o breve plazo.

Desde hace algunos siglos, el hombre se ha creado un nuevo Dios, un Espíritu Absoluto que tiene por “manos invisibles” a la economía y al estado; así el hombre relega la búsqueda interior de la ley moral natural inscrita en su corazón para que el Estado le diga cómo debe actuar en sociedad; el hombre se ha hecho esclavo de un sistema cerrado a la trascendencia limitándolo al yugo de un sistema económico que lo explota y lo usa como medio para obtener un fin útil, temporal, material, sometido a la corrupción. Esto se debe a la naturaleza caída y corrupta del hombre por la desobediencia y la autosuficiencia del hombre, por esta razón «la economía forma parte del conjunto de los ámbitos en que se manifiestan los efectos perniciosos del pecado.»7; además los países desarrollados han tenido una victoria contundente contra los países en vías de desarrollo, por el hecho de quedarse encerrados en sí mismos sin abrirse al «contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión»8. En la otra mano del Espíritu Absoluto también encontramos errores y disfunciones; la economía ha dictado cuáles deben ser las leyes prioritarias para el incremento económico de una Nación incentivando la manutención de los monopolios «de sus respectivos ámbitos de competencia»9; así vemos cómo «el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo.»10; además existe una falta de justicia en el Estado al implementar leyes que atentan contra el hombre, falta una justa regla para el intercambio de valores equivalentes. Los resultados de estas implementaciones son la pérdida de los sistemas de seguridad social, recortes al gasto social, protección a los trabajadores, y el desempleo. Podemos observar que en el ámbito político existen varias formas de gobierno, existe un significado polivalente, pero «el mercado único de nuestros días no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha»11; el Estado debe consolidar sus sistemas constitucionales, administrativos, jurídicos, sus sistemas de orden público y sus instituciones democráticas. «Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres. La falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores es provocada a veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción local.»12. Así corrupto el sistema binómico económico-político corroe la sociabilidad.13

Por último, se añade un factor que empieza a marcar el cambio de época, esto es la globalización. Así como la economía y la política, la globalización no es buena ni mala, sino que al ser una invención del hombre, un producto cultural, el uso que le dé el hombre será buena o mala según las intenciones o los fines que él persiga. Este nuevo hecho ha mostrado una nueva experiencia en las formas de producción innovando decisiones estratégicas para la toma de decisión de forma lejana. Lo que ha permitido la globalización es «la extraordinaria velocidad de comunicación sin límites de espacio y tiempo, y la relativa facilidad para transportar mercancías y personas de una parte a otra del planeta.»14. La globalización, entonces, debe considerar también los aspectos éticos, culturales, estratégicos y tecnológicos para no eliminar al hombre y su trabajo, así como su vida social y política; tampoco puede ser indiferente «de los efectos sociales de las opciones que realiza.»15. Algunos efectos de la globalización son que el mundo laboral se enriquece con nuevas profesiones y por esta situación otras desaparecen, pues el trabajo empieza a sufrir también transformaciones como el «paso de un trabajo dependiente a tiempo indeterminado, entendido como puesto dijo, a un trabajo caracterizado por una pluralidad de actividades laborales; de un mundo laboral compacto, definido y reconocido, a un universo de trabajos, variado, fluido, rico de promesas»16, como son los casos del trabajo de tiempo parcial, interinas o una forma diferente que no es ni dependiente ni autónomo; también la precariedad, la desocupación estructural, la inseguridad, la falta de una buen sistema de seguridad social. En el caso de los trabajos artesanales e independientes existe un «trato injusto, de trabajo mal pagado y sobre todo inseguro.»17 Así como los ámbitos económicos y políticos o del Estado son polivalentes, también debemos decir lo mismo de la globalización; para poder superar todos los problemas descritos se debe ahora proponer la solución y tendrán que intervenir otras ciencias para dirigir y guiar los problemas hacia la solución.18

Para una correcta interpretación de los problemas y su solución debemos hablar sobre la concepción antropológica, en un punto muy específico: la ley moral natural. A partir del conocimiento de esta ley podremos ir solucionando los problemas que se han presentado desde el ámbito económico, político y de la globalización. Santo Tomás de Aquino dice que la ley moral natural es conocida por el hombre, así como aprehende el ente (aquello que es o que tiene existencia); es conocida justamente porque el hombre goza de la razón práctica, conoce la ley moral natural porque la razón práctica aprehende el bien, entendida como noción absolutamente primera de esta razón; pero no se queda en la aprehensión, sino que el conocimiento del bien lleva al hombre a practicarla, es decir, a ordenarla a la operación. El bien al ser el primer principio de la razón práctica tiene su formulación en la ley como «el bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse»19; en efecto, todos los hombres obran por un fin, y el fin tiene razón de bien; es por eso que el bien es buscado por el hombre, porque lo perfecciona y, porque lo perfecciona, lo apetece. Bajo el primer principio de la razón práctica se fundan los demás preceptos de la ley natural, el hombre realizará o evitará éstos «en la medidas que la razón práctica lo capte naturalmente como bien humano.»20. Como el bien tiene razón de fin, la razón capta como bueno la natural inclinación y por esta razón debe ser procurado; por esta razón los preceptos de la ley natural son correlativos a las inclinaciones naturales. Un primer precepto de la ley natural está relacionada con la inclinación natural que tiene el hombre le es común a todas las substancias, el cual es la conservación de su propio ser, por eso pertenece a la ley natural «todo aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción.»21. Otra inclinación natural se enfoca a bienes más determinados que también le es común con los animales, según esta inclinación la ley natural considera lo que la naturaleza ha enseñado a los animales: la unión de los sexos, la educación de la prole. Por último, existe la relación de los preceptos de la ley natural correlacionados con la naturaleza humana: «la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.»22

Es de capital importancia mencionar que la ley va intrínsecamente unida a la justicia «ubi societas, ibi ius»; este adagio latino hace referencia a la ley (ius) positiva, aquella que es dictada por los gobernadores para guiar a la sociedad (societas) a un fin en común. Nos detendremos a observar la justicia en el tercer precepto de la ley moral natural, pues también existe justicia en los otros dos preceptos. La justicia se define como «dar a cada uno lo que le corresponde», ¿quiénes son los “cada uno”? En el tercer precepto corresponde a Dios y a la sociedad. Cuando la justicia va hacia Dios, ésta es acompañada por la caridad: la justicia es inseparable de la caridad, «es la primera vía de la caridad»23, «la caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los pueblos. Se ocupa de la construcción de la “ciudad del hombre” según el derecho y la justicia.»24 Partiendo de este principio antropológico- teleológico podemos ir considerando lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia cuando habla de la res novæ; si ponemos en el centro de toda ley al hombre, en vez de las interpretaciones mecanicistas y economicistas, éste será capaz de ir innovando, creando, desarrollando todos los factores de su trabajo a favor de sí mismo, de su familia, de su sociedad y de toda la familia humana. En efecto, lo que nunca cambia son los derechos de todos los hombres cuando trabajan, lo que sí cambia son las formas históricas en las que se desarrolla el trabajo: «Ante el riesgo de ver negados estos derechos, se deben proyectar y construir nuevas formas de solidaridad, teniendo en cuenta la interdependencia que une entre sí a los hombres del trabajo.»25 ¿De qué forma se darán las innovaciones y las transformaciones de las cosas nuevas? A través de un esfuerzo de la inteligencia y de la voluntad, y se les exige un esfuerzo mayor para seguir tutelando la dignidad del trabajo; es urgente la contribución de los hombres de ciencia y de cultura para dar solución a las vastas y complejas problemáticas del trabajo, pues «a ellos corresponde la delicada tarea de leer e interpretar los fenómenos sociales con inteligencia y amor a la verdad, sin preocupaciones dictadas por intereses de grupo o personales.»26; deben ayudar a sugerir líneas de acción para que se produzca el cambio necesario hacia el perfeccionamiento del hombre y para una adecuada actuación en las políticas económicas; en efecto, «Los aspectos de la crisis y sus soluciones, así como la posibilidad de un futuro nuevo desarrollo, están cada vez más interrelacionados, se implican recíprocamente, requieren nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista»27.

Una de las formas para poder ir haciendo este cambio en las políticas económicas y en las laborales es el restablecimiento de una justa jerarquía de valores, teniendo en cuenta la solidaridad, pues «la globalización de la economía, con la liberación de los mercados»28 tienen una competencia encarnizada contra otras empresas y esto los lleva a la quiebra sin pensar en el desempleo de todos los trabajadores; es por eso que el primer valor que debe estar por encima de todos los demás valores es el de la dignidad de la persona humana; en efecto, se debe recordar «que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad»29, además «La solidaridad, la participación y la posibilidad de gestionar estos cambios radicales constituyen, sino la solución, ciertamente la necesaria garantía ética para que las personas y los pueblos no se conviertan en instrumentos, sino en protagonistas de su futuro»30. Así observamos que la economía no es éticamente neutra ni inhumana o que sea antisocial por naturaleza; esto es, la economía para que pueda resolver las crisis que actualmente estamos viviendo debe sostener las «relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o “después” de ella»31. Por ser una actividad del hombre se debe articular a las exigencias de la ética, pues todas las fases de la actividad económica son realizadas por el hombre: «La obtención de recursos, la financiación, la producción, el consumo y todas las fases del proceso económico tienen ineludiblemente implicaciones morales»32. Siguiendo la recomendación de Platón de ver a la sociedad como un μεγα ανθρωπος, debemos extender la “ética personalista” a la “ética social”, pues la sociedad no debe olvidar vivir en transparencia, honestidad, responsabilidad, en la lógica de gratuidad, de don; cuando la sociedad empiece a vivir en una ética humanista se desaparecerá la visión de la existencia como productividad y utilidad, pues «el ser humano está hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimensión trascendente.»33

Al abordar el tema de la globalización debemos poner atención y subrayar que es necesario considerar de nuevo la parte moral, cultural y estratégica «para orientar la acción social y política en la temática vinculada a la identidad y los contenidos del nuevo trabajo, en un mercado y una economía a su vez nuevos.»34 En efecto, el hombre al estar abierto a la trascendencia se comunica con sus iguales y así se abre a la universalidad, esto pone de relieve que la universalidad no es un instrumento de la globalización, sino su fin, en cambio, la técnica es la causa instrumental de ésta. Teniendo en cuenta y defendiendo la dignidad de la persona humana, elemento subjetivo del trabajo, elevan las posibilidades de expresar un «humanismo del trabajo a nivel planetario»35, el hombre sabe que se puede abrir a su prójimo a través de la virtud de la solidaridad. Un ejemplo de solidaridad con los que menos tienen es la «descentralización productiva»36, incluyen a las micro, pequeñas y medianas empresas a participar en el desarrollo económico de su país a través del trabajo que ellos saben realizar. El hombre al estar reunido en muchedumbre, este hombre grande, tiene naturalmente una tendencia hacia un fin, a esto se le conoce como Bien Común. «Amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él.»37. Así se hace patente la necesidad de formar a las personas humanas en la virtud de la solidaridad, porque es un amor desinteresado al otro que está cerca de mi, y este bien que busco para el otro es el bien de todos nosotros «formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social.»38 Mientras el hombre sea capaz de seguir desarrollando la virtud de la solidaridad, amando a su prójimo más trabajará por conseguir el Bien Común, además que es «una exigencia de justicia y caridad»39. El Bien Común es la institucionalización política de la caridad, porque se cuida y se utiliza el «conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como pólis, como ciudad»40. De esta forma podemos empezar a vislumbrar el desarrollo integral de la persona humana, apelando al tercer aspecto de la ley moral natural, pues cuando existe el compromiso de buscar y conseguir el Bien Común, compromiso por la justicia, inspirado por la caridad es un testimonio de una virtud divina, que actúa en el tiempo para preparar al hombre y a la sociedad a lo eterno: «En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones[5], dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras.»41

Si la familia humana empieza a buscar desinteresadamente el Bien Común, la sociedad empezara a tener un desarrollo y no seguirá en vías de desarrollo o de progreso; pues se eliminaría el hambre, la miseria, el analfabetismo y las enfermedades endémicas; por la parte económica podemos ver el desarrollo de una participación activa y condiciones de igualdad en la economía internacional; en la vida social tendríamos sociedades solidarias y con un nivel de formación adecuado, y por la parte política se consolidarían regímenes democráticos que aseguren la libertad y la paz. el cual tiene tres aspectos económico, social y político. Además cada Estado debe velar y consecuentemente afrontar las limitaciones que tiene en un contexto internacional, su soberanía ahora se encuentra limitada por el contexto económico-comercial y financiero internacional. Debe aprender las lecciones de los errores que se han cometido para una nueva valoración del papel del Estado y su poder para «que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual»42. ¿Qué cosas debe implementar el Estado en estos momentos de crisis económica y política? Debe mejorar sus políticas, sus leyes positivas, hacia el Bien Común, debe desarrollar una reforma agrícola para resolver la inseguridad alimentaria, eliminando las estructuras que minan la creatividad de los campesinos, se deben dar inversiones « en infraestructuras rurales, sistemas de riego, transportes, organización de los mercados, formación y difusión de técnicas agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo los recursos humanos, naturales y socio-económicos, que se puedan obtener preferiblemente en el propio lugar, para asegurar así también su sostenibilidad a largo plazo»43. La comunidad internacional, en específico los países ricos, deben tener una amistad internacional y buscar desinteresadamente el bien del prójimo, el bien del país que no tiene los recursos, apoyándolo con planes de financiamiento; esta implementación de esta política internacional ayudará a erradicar la pobreza, pero además a eliminar las crisis económicas. Asimismo, el Estado debe garantizar leyes más justas en el campo económico, pues la economía cree tener la mayoría de edad y sólo se basa en contratos para regular las relaciones de intercambio, pero necesita de las leyes justas del Estado como una lógica de la política y debe estar inspirada por el espíritu del don.
El mercado también está sujeto al ámbito ético, se debe buscar y promover los principios de la justicia conmutativa y la justicia distributiva, pues debe existir la confianza recíproca en la relación de dar y recibir entre iguales: «Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica.»44 Para que pueda existir la aplicación de la justicia conmutativa y distributiva en la actividad económica, ésta se debe ordenar a la consecución del Bien Común, puesto que cuando la economía escinde de la accionó política causa grandes desequilibrios; para que la economía pueda buscar el Bien Común relacionada con la acción política, se debe recordar que es polivalente, es decir, que la economía se «adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan.»45 La mano invisible de la economía se hace visible a través de los empresarios; es por eso un carácter ineludible entender los cambios que tiene la empresa, pues «las actuales dinámicas económicas internacionales» están caracterizadas por graves disfunciones. La crisis en la empresa se da también por la pérdida del sentido ético, pues basan todas sus energías en responder a las expectativas de los inversores, sin importarles su dimensión social; aunque en estos tiempos muy pocas empresas se dan cuenta que deben tener una responsabilidad social. Por último, la forma de derribar la ideología del Espíritu absoluto con sus dos manos invisibles, se dará con un sistema basado en tres instancias; a saber, el mercado, el Estado y la sociedad civi, donde «la sociedad civil era el ámbito más apropiado para una economía de la gratuidad y de la fraternidad, sin negarla en los otros dos ámbitos»46.
Por último, para dar una respuesta adecuada a nuestros tiempos sobre la globalización es necesario recordar que «la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica. La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado.»47

Benedicto XVI. Caritas in veritate. 2 
Cfr. Ibid. 9Ibid. 21
Ibid. 25 
Ibid. 32 
Ibid 25Ibid. 34 
Ibid. 39 
Ibid. 39 
10 Ibid. 25
11 Ibid. 4112 Ibid 2213 Ibid 3914 D.S.I. 310 
15 Ibid. 311 
16 Ibid. 314 
17 Ibid. 315
18 Cfr. Caritas in veritate 
19 S.Th.I-IIq.94,a.2,co 
20 Ibid21 Ibid.22 Ibid.
23 Caritas in veritate 
24 Ibid25 D.S.I. n. 31926 Ibid 320

27 Caritas in veritate 21 
28 D.S.I. 31229 Caritas in veritate 25 
30 D.S.I. 321
31 Caritas in veritate 36 
32 Ibid 3733 Ibid. 3434 D.S.I. 312
35 Ibid 32236 Ibid 31537 Caritas in veritate 
38 Ibid39 Ibid
40 Ibid41 Ibid42 Ibid 24 
43 Ibid 27
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44 Ibid 35 
45 Ibid 36 
46 Ibid 38 
47 Ibid 

martes, 18 de febrero de 2014

Política Cristiana en el pensamiento de san Bernardo de Claraval

Virtutum cælestem exercitum

El título de este trabajo final remite a una de las parábolas del Doctor Melifluo, san Bernardo de Claraval, del cual haremos el análisis de los fundamentos del Orden Cristiano. Para este trabajo se investigaron las siguientes obras de san Bernardo de Claraval: Los Sermones sobre el Cantar de los cantares, Loa a la nueva milicia Templaria, Sobre los obispos, De diligendo Deo, Los cuatro brazos de la cruz, Sermón tercero de adviento (Las siete columnas), Características del pastor y del rebaño, En las faenas de la cosecha, la parábola de Las tres hijas del Rey, así como algunas cartas que envió a algunos Reyes o Papas.

Debo decir que san Bernardo de Claraval no tiene un escrito en el cual hable in stricto sensu sobre un orden social cristiano. Por eso haré varias analogías para determinar qué o cómo ve el santo doctor el orden político en miras cristianas. La primera analogía que haré es la más conocida que muchos autores han usado: el cuerpo humano como un organismo que cuenta con muchas partes, pero que a pesar de sus diferencias se encuentra unida en un todo, el cual puede recibir el nombre de organismo holítico. Escogí a san Bernardo de Claraval porque se le llama «el último de los Padres», pues el periodo de los Padres de la Iglesia comprende desde alrededor del siglo III d. de C. hasta el siglo VII d. de C.; además debe reunir las 4 características para ser nombrado Padre de la Iglesia, a saber, 1) antigüedad, 2) santidad de vida, 3) doctrina ortodoxa y 4) aprobación de la Iglesia. Se le llama «último de los Padres», no por cubrir una de las 4 características, sino porque «renovó e hizo presente [en el s. XII] la gran teología de los Padres.» Además, también es Doctor de la Iglesia, y se le conoce como Doctor Melifluo porque en sus escritos se dice que sólo Jesús es miel en la boca: «mel in ore, in aure melos, in corde iubilum»

Política Meliflua

San Bernardo de Claraval no perteneció a la edad llamada Escolástica, es más, a él se le considera uno de los opositores al pensamiento dialéctico, él decía que lo más importante es la contemplación de Dios; sin ella, todo el esfuerzo humano se hace en vano; por esta razón se le considera en el “bando” de los anti-dialécticos. Así pues, nos resulta claro el por qué nunca escribió de forma rigurosa o metódica, sino que sus escritos tienen un valor netamente pastoral, como lo podemos observar en sus escritos llamados Sermones, los cuales consisten en lo que hoy conocemos como homilías, que dictaba desde el púlpito para sus hermanos de la abadía de Claraval.

Si describiésemos el pensamiento del Doctor Melifluo en términos escolásticos diríamos que el Orden Cristiano se conforma de 4 causas, conocidas también como causas aristotélicas: causa material, causa formal, causa eficiente y causa final. Empezaremos con la causa material y eficiente, que en el caso del orden social van intrínsecamente relacionadas, no así en el pensamiento metafísico, donde las causas intrínsecas son las causas material y formal.






La persona humana

Es de suma importancia la persona humana, pues sin ella no existiría sociedad. Es por eso que la persona humana es la causa material, y de forma remota la causa eficiente, pues por su misma naturaleza el hombre es social; así la sociedad es la causa eficiente de la sociedad. 

Lo que san Bernardo de Claraval destaca es la composición espiritual de la persona humana. Cuando Dios crea al primer hombre le da muchas gracias en sobre abundancia para que pueda vivir de forma plena y feliz. ¿De qué forma sucede esto? El Doctor Melifluo piensa que Dios es un Rey Soberano, además es muy poderoso. Este Rey tiene 3 hijas que son: la Fe, la Esperanza y la Caridad. El Rey les encomienda a sus 3 hijas una ciudad de suma importancia: el alma humana. Esta gran ciudad estaba guarecida por tres grandes fortalezas que el mismo rey había construido desde hace mucho tiempo: el apetito racional, el apetito irascible y el apetito concupiscible. Cada una de las hijas del Rey toma cada una de las fortalezas: la Fe toma la fortaleza del apetito racional, la Esperanza al apetito concupiscible, pues no se desea lo que ya se ve; y la Caridad al apetito irascible, pues a partir de este se va formando el ardor de las virtudes.

Cuando cada una de las hijas del Rey se instaló en su fortaleza, las empezó a organizar para que no sucumbiera ante las desgracias. Así en la fortaleza que dirigía la Fe puso a la Prudencia como centinela, y a la obediencia, la Paciencia, la Administración, el Orden y la Disciplina como asistentes de la Prudencia. La Esperanza puso al mando de la fortaleza a la Sobriedad, y a la Discreción, Continencia, Constancia, Humildad y Silencio como auxiliadoras de la Sobriedad. Por último la Caridad puso como vigía a su amiga la Piedad y a sus órdenes estaban la Pureza corporal y la Paz, pero tiene al Libre albedrío como comandante y economista de su fortaleza.

De esta forma san Bernardo ve la grandeza de la persona humana, pues todo un ejército de virtudes celestiales (Virtutum cælestem exercitum) vienen a habitar en la persona. Lo más interesante y que resalta es primordialmente la vida en batalla de la persona humana: militia vita hominis super terram est (una batalla, una guerra, es la vida del hombre sobre la tierra). El hombre es lo más sublime de la creación: «su inteligencia le permite, a su vez, reconocer su dignidad, no como algo propio, sino como don recibido» y «Cuando no reconoce su propia dignidad, se asemeja por su ignorancia a los animales y se degrada hasta ser con ellos partícipe de su corrupción y de su mortalidad.». Muchas veces el reconocimiento de su dignidad lo lleva a ser lo que no es y debe ser acompañado por las virtudes por eso el hombre se encuentra en estado de guerra, su alma está sitiada y ataca el pecado, por eso se levanta como centinelas las virtudes contra aquello que lo separa de su Creador: «Si el Señor no cuida de la ciudad, en vano vigilan los centinelas», ¿qué es lo que hace que sucumban estas fortalezas? La Maldición, por eso la Fe pone a la Disciplina a vigilar; la Indigencia, la Esperanza hace lo mismo con el Silencio; y la Miseria, por eso se encuentra la Paz en la fortaleza de la Caridad.

Aunque san Bernardo no lo menciona es de capital importancia la virtud cardinal de la justicia, la cual se enjardinaría a la fortaleza de la Fe, pues la justicia es la virtud que perfecciona al apetito racional. Es por eso que no es tan extraño encontrar virtudes que surgen de esta virtud cardinal, como lo es la Prudencia, la Obediencia, la Paciencia, la Administración, el Orden y la Disciplina. ¿Qué tiene que ver la virtud cardinal de la justicia? Que a partir de ella también surge una virtud que está relacionada con la sociedad (causa eficiente del orden social); es importante porque la sociedad surge con el compromiso serio de cada uno de sus miembros, y si un miembro no es virtuoso la sociedad empieza a corromperse y así entra en la sociedad lo que el beato papa Juan Pablo II explicaba sobre las estructuras del pecado.

Pero en realidad estas tres fortalezas sucumbieron ante el pecado y por eso san Bernardo dice que «el que sabe y no hace lo que debe, recibirá muchos palos[…] porque no quiso conocer el bien y practicarlo, sino al contrario, acostado, planeó el crimen.» Después de organizar las fortalezas, las hijas del Rey se marchan y dejan encargado el castillo a los vigilantes y demás virtudes, pero el enemigo del hombre llega a arrasar con las fortalezas: llega con su ejército para tirar piedra por piedra aquello que el mismo Rey construyó. ¿Qué fue lo que hizo el enemigo? Corrompió a dos ciudadanos de esta ciudad: la Discreción y a la Administración; el efecto es irremediable, el enemigo fue directamente contra la razón y la concupiscencia. Después que entra la turba enardecida de los enemigos de la ciudad fortificada por el Rey, van directamente contra el comandante y ecónomo de la ciudad, el Libre albedrío. De esta forma no puede imperar, no puede dar órdenes a los centinelas ni a los ciudadanos a guarecer la ciudad, dice san Bernardo que el Libre albedrío es atado con esposas de hierro y enviado a un calabozo. El hombre se encuentra en una tremenda desesperación, cree que al llevar a un máximo una vida concupiscible es totalmente feliz y libre, pero él mismo ha encerrado a su libertad en un calabozo, en la oscuridad, en las tinieblas del pecado.

Cuando el Libre albedrío es encerrado, la primer fortaleza que toman los enemigos del hombre es el de la racionalidad, y a partir de este momento empieza a imperar la Blasfemia, así combate a la Fe con contradicciones, inquietudes, aturdimiento; destruye las bases de la fortaleza y propone cualquier capricho. De esta forma se destrona la Razón, y se obnubila, se oscurece, no tiene claridad de dónde ir, se equivoca; y es asesinado uno de los ayudantes, la Disciplina, así todos los vicios pueden entrar y salir de este castillo. Pero para que tuvieran libre acceso todos los vicios, la Soberbia y la Miseria entraron a la fortaleza de la Esperanza; la Miseria trasladó al alcázar más alto a la Paz para que no pudiera imperar la beatitud en esa ciudad, y la Soberbia expulsó a la Piedad y a la Paz. La Lujuria entrega a los demás ayudantes de la Sobriedad al mundo (Humildad), a la carne (Continencia) y a la concupiscencia de los ojos (Constancia). Así ya está profanado y saqueado el templo, santuario, de Dios, del Rey.

Ahora bien, la causa eficiente del Orden Social Cristiano es la misma Sociedad, la muchedumbre de hombres reunidos en sociedad.




La Sociedad

El papa emérito Benedicto XVI al reflexionar sobre el salmo 126 dice: «Una sociedad sólida nace, ciertamente, del compromiso de todos sus miembros, pero tiene necesidad de la bendición y del apoyo de ese Dios que, por desgracia, con frecuencia está excluido o es ignorado.» De esta forma lo piensa muy bien san Bernardo, la sociedad sin Dios no tiene un garante fundamental que proporcione la solidez de todos sus miembros unidos en una polis. Es importante este concepto para aplicarlo en una analogía de proporcionalidad de la concepción de la persona humana a la de sociedad según san Bernardo.

La sociedad la ha conformado Dios, pero se encuentra inscrita en la naturaleza del hombre mismo, pues es un ser que es capaz de salir de sí mismo para abrirse a los demás, donarse para los otros. ¿Cómo se empieza a conformar la sociedad? A través de la célula base de toda sociedad, la familia. No se encuentra un tratado sobre el matrimonio, pero podemos sacar algunas conclusiones a partir de su sermón sobre el Cantar de los cantares. A san Bernardo le llama la atención los primeros versículos del Cantar de los cantares: «¡Que me bese ardientemente con su boca!» El amado es para el amante unción del Padre «con el óleo de la alegría de sus compañeros.», pero el que el amado bese al amante con besos de su boca es «la efusión del gozo más íntimo que penetra hasta los secretos más profundos. Pero sobre todo, es como una intercomunión maravillosa de identidad entre la luz suprema y el espíritu iluminado por ella.» Así, la unión entre las dos personas (amado-amante) no es por la relación carnal, sino es una edificación divina de una casa: «Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles.», el amado es sacramento para el amante, es visión beatífica para el amante. La acción esponsal entre el amado y amante consiste en configurarse el uno para el otro, hacerse semejante, así como Cristo besó con besos de su boca a su esposa, al pueblo de Israel; el beso más ardiente de Cristo con su boca a su esposa fue el misterio de la encarnación del Hijo de Dios; es el bálsamo divino que necesitaba su esposa, para que el amante se entregara completo de una vez para siempre. Son sacramento el uno para el otro porque todo lo tienen en común: «no tienen nada propio ni exclusivo.»; la única propiedad que tienen en común  es el amor, es la característica primordial de los esposos.

Existe una jerarquía en la sociedad, así como existe una jerarquía en la creación; pero en ella se encuentra un ser que es vértice entre lo espiritual y divino. La jerarquía se organiza como tenemos organizado el cuerpo humano, como el fuerte y el castillo de Dios. De entre los miembros de la sociedad sobresale uno que funge como vicario del Rey, tiene la potestad para poder hablar en nombre de Él y tomar decisiones de la Administración de este Castillo para llevarlo a un término o fin en comunión con todos los miembros de la sociedad; este es la autoridad. Entre la autoridad y la sociedad preparan el Trono de Dios en la tierra, pero ¿de qué forma?

La autoridad

Ella es la Causa que da Forma a la sociedad; sin ella dejaría de haber rectitud, orden; sería como un cuerpo sin cabeza. Hay que recordar que el que ostenta la autoridad es también un hombre, y como hombre también Dios ha constituido un baluarte para que habite Dios en él. En el caso de la autoridad se demuestra con mayor insistencia y con mayor claridad cómo debe ser el gobierno; en él deben estar en concordancia y armonía todas las virtudes que Dios ha puesto en el hombre, no puede haber inequidad en él, pues todos los actos injustos que cometa, se verán reflejados en la sociedad. Es decir, mientras más virtuoso sea el gobernante, sus súbditos serán virtuosos; si el gobernante es vicioso, los súbditos serán viciosos.

El gobernante debe tener dos características importantes: la autoridad y la potestad; sin ellas el gobernante no puede dirigir la sociedad hacia su causa última. Además, debe saberse como vicario y no como poseedor eximio de éstas, pues si cree que de él emanan estas características vuelve a cometer el primer acto de injusticia de toda la humanidad: tomar lo que no es suyo, desobedecer a Dios y creerse más que Dios, caer en la soberbia, decidir por sí mismo lo que es el Bien y lo que es el Mal, siendo él autor y medida de todas las cosas. Pero esto sucede cuando todas las virtudes han sido expulsadas por los vicios, cuando atan al “Libre albedrío”, cuando deja de escuchar la consciencia que es vox Dei. Es por eso importante retomar de nuevo la Parábola de Las tres hijas del Rey; con mayor importancia se encuentra el que preside el gobierno de un pueblo. En él se deben encontrar con mayor orden las virtudes infundidas por el Rey soberano, el gobernante debe ser un hombre sumamente virtuoso, debe tener la virtud de la prudencia política, debe saber en qué momento debe ejecutar una decisión importante para la dirección del pueblo; debe tener la virtud de la justicia para dar a cada uno de sus súbditos y subordinados lo que les corresponde; la fortaleza para alcanzar los fines arduos que persigue en su gobierno; además si encuentra a un súbdito descarriado, con la virtud de la prudencia y con la facultad de la potestad debe saber dar un castigo justo a ese súbdito para poder re-ordenarlo a la sociedad y que juntos busquen el fin último.

Así teniendo como eje rectores las virtudes cardinales, el gobernante puede tener en mayor medida las demás virtudes como lo es la Disciplina, la Administración, el Orden, la Paciencia… Pero el gobernante, sabedor que lo que administra no le es propio sino ajeno y que tiene su función como vicario de Aquel que ostenta toda autoridad (Cfr. Jn 19, 11). 

El gobernante que actúa conforme su rectitud de consciencia y la ley moral natural, ayudado de la gracia sobrenatural; ese hombre empieza a construir en la tierra la morada de Dios que tiene siete columnas; primero prepara en su interior un trono para Dios, pero empieza a desarrollar arquitectónicamente la casa de Dios. Justicia y derecho preparan el Trono de Dios; es por eso importante que el gobernante sea un hombre que viva la virtud de la justicia, y al ser justo el gobernante dictará normas justas por las cuales la sociedad puede vivir en armonía y paz. Mientras el Pueblo o la sociedad tengan normas justas, la sociedad puede vivir en la paz que ha traído Cristo. Y siendo que la norma positiva debe tener su relación con la norma eterna, encontramos la capacidad de la razón de todo hombre al poder alcanzarla para conocerla y vivirla; si va contra la razón, que es uno de los garantes de la dignidad de la persona humana, entonces la sociedad tiene la obligación de no cumplir esa norma positiva porque va contra su dignidad y va contra Dios. Además, aquel que desempeñe la función vicaria se le exige fidelidad y disciplina para evitar el pecado y para que no quede impune lo que no se procura evitar.

La construcción de la casa de Dios en la tierra sigue de las otras dos columnas que debe vivir la sociedad y también el gobernante, a saber, la reverencia y la obediencia al superior; aunque el que tenga la autoridad participada tenga una vida reprochable, que no viva una vida virtuosa, aun así todos los súbditos debemos tener esa actitud de obediencia y reverencia «por respeto a aquel de quien deriva toda autoridad, este otro que así conocemos se hace acreedor de estima, no por unos méritos que no tiene, sino por deferencia al plan divino y a la misión que desempeña.» Estas dos columnas tienen relación de autoridad-súbdito, mientras que la anterior su relación es con el que tiene la misma autoridad; las otras dos columnas están íntimamente relacionadas con los que son los súbditos: consejo y ayuda. La fuerza que impulsa a vivir estas dos últimas columnas de la casa de Dios es el amor fraterno «el mejor consejo es tu actitud de enseñar a tu hermano lo que conviene y lo que no conviene hacer; estimulándolo y aconsejándole en lo mejor no con palabras ni con la lengua, sino con la conducta y la verdad.»

La última columna que san Bernardo propone es el Juicio, todo hombre y más el gobernante, debe tener en cuenta que todo lo que hace es para la consecución del fin último de la sociedad. Por eso san Bernardo recuerda a todos «cuando hayáis hecho todo lo que está mandado, decid: Somos unos criados inútiles.» De esta forma, tanto gobernante como gobernados van edificando en la tierra la casa de Dios; van reordenando las cosas temporales hacia Él. Pues Dios es el garante de la vida en sociedad; el hombre debe recordar que es un simple servidor en la viña del Señor, y al ser servidor debe escuchar las órdenes de su Señor.

Esto sucederá siempre y cuando el gobernante sea un hombre virtuoso, pero en el caso que no se hayan labrado las siete columnas para edificar la casa de Dios, surge inmediatamente la guerra. Lo que san Bernardo anima es a tomar las armas que ha tomado el Rey, abrazar la cruz y triunfaremos del enemigo; Dios cubre a sus ciudadanos con el escudo de la verdad. El gobernante, además de tener la autoridad, tiene la potestad para poder castigar con justicia aquellos que han atentado contra la justicia; a veces es necesario el uso de la fuerza pública para controlar a un pueblo que no quiere obedecer. La milicia está llamada a combatir a dos enemigos: contra los hijos de la infidelidad y contra las fuerzas espirituales del mal. «que una misma persona se ciña la espada, valiente, y sobresalga por la nobleza de su lucha es­piritual, esto sí que es para admirarlo como algo totalmente insólito.». En el caso de las insidias del enemigo que combaten espiritualmente, san Bernardo sigue insistiendo en el arma de la Cruz, con cada uno de los brazos combatimos ciertas insidias, por ejemplo, con el brazo superior de la Cruz combatimos el espíritu de soberbia «que suele arremeter con toda su furia cuando el alma vive en la cima de la virtud.». El que ostenta la autoridad debe combatir el buen combate con los cuatro brazos de la cruz «para resumirlo en pocas palabras, estos cuatro brazos son la continencia, la paciencia, la prudencia y la humildad. ¡Dichosa el alma que cifra en esta cruz todo su orgullo y su triunfo!»

Para salir al combate el soldado necesita de tres elementos: «agilidad con reflejos y precaución para defenderse; total libertad de movimientos en su cuerpo para poder desplazarse continuamente; decisión para atacar.» A veces, las razones de una guerra no son las adecuadas, pues son muy engañosas y poco serias: «pasión de iras incontroladas, el afán de vanagloria o la avaricia de conquistar otros pueblos.» Los hombres que tienen una consciencia recta y que toman por bandera la Cruz de Cristo sabe que si él vence, es Cristo el que vence; y si sucumbe al cumplir sus obligaciones, él vence, pues tiene como corona a Cristo. El fin principal de la fuerza pública en el caso de los militares o policías es ser un “malicida”; en el caso que deba morir un hombre por su actuar malo, el que mata no es un homicida, sino lo que ha buscado es «matar al pecador para defender a los buenos.», pero cuando muere este hombre que busca el bien de los buenos se despliega la liberalidad del Rey, «lleva al soldado a recibir su galardón.»

Aunque san Bernardo de Claraval haga mucho énfasis en la muerte de los paganos y de los malos, sólo lo aprueba para que los buenos se claudiquen en su búsqueda del bien, se deben buscar varios medios para detener las ofensivas y reprimir su violenta opresión: «es preferible su muerte [en algunas circunstancias], para que no pese el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad.» 

Cuando los vicios han entrado en el castillo que el Rey había mandado construir y la habitó con el ejército de las virtudes, las Hijas del Rey (la Fe, la Esperanza, y la Cariad) se arrodillan ante su padre para que mande la Gracia sobre ese castillo. El Rey acepta pero con la condición que la Gracia entre acompañada del Temor para preparar el camino. El Temor llega con el báculo de la Disciplina. Cuando llegan al castillo se encuentran que  está cerrado con las cadenas del mal hábito y el nuevo centinela es la Lasciva de la carne. El Temor rompe las cadenas y persigue a muerte con el báculo de la Disciplina al nuevo centinela. De esta forma el Temor ondea sobre las puertas el estandarte de la Gracia para que todos vieran la victoria. La Gracia regresa con todo un ejército de virtudes, liberan al Libre Albedrío del calabozo donde se encontraba y corre hacia la Gracia del Rey y a partir de este momento sabe que será totalmente libre en el reino: «Una vez expulsados los enemigos, volverá él a su casa y a su parcela […] El Señor redimió a su pueblo y lo rescató de una mano más poderosa. Vendrán entre aclamaciones a la altura de Sión y afluirán hacía los bienes del Señor.»

Dios es el Señor de los ejércitos y el arma a la milicia con el cetro de la Disciplina, y además  «nunca falla[n] la obediencia». La milicia tiene la vocación vivir en unión  para estrecharla con la Paz, ellos viven en común y deben tener los mismos pensamientos y sentimientos, así nadie se deja llevar por la voluntad de su corazón. Ellos deben tener la mansedumbre de un monje y la intrepidez del soldado, pues con ello Dios hace milagros patentes y Él cuida de la ciudad, así no se vuelve vano que ellos la vigilen. 

Fin común


Por último hace falta mencionar o analizar la última causa que da sujeción a la sociedad; mientras que la autoridad le da la forma a la sociedad, el fin que persigue la sociedad es el Bien Común. Los necios rechazan los medios que conducen a ese fin, y lo rechazan como plenitud consumada. Lo que detiene a los hombres necios de llegar a su fin último como sociedad es que se deleitan en la hermosura de las creaturas, y en sí la ambición, que hace al hombre despreciar todo lo del cielo y de la tierra, y se lanza impetuoso al Dios del universo. Para san Bernardo Dios es la causa eficiente y final. Todos los hombres debemos ir en pos de Dios para alcanzar nuestra felicidad completa. Pero nosotros no podemos solos, necesitamos de los demás para poder llegar a este Fin, a esta Alegría Eterna.

martes, 21 de mayo de 2013

Fe y cultura. Lógos cultual.


En este ensayo lo que se pretende hacer es una revisión de lo que es la religión, pero lo principal es cómo ha contribuído la religión al crecimiento de la cultura. ¿Acaso será posible esto?, pues parece que la religión nada novedoso aporta a la humanidad, pues parece que ésta vive en la antigüedad. Si tiene aportaciones la religión sobre la cultura ¿cuáles son?, y ¿la cultura aportará cosas a la religión?, esta parece ser más plausible que la tesis anterior. Todavía más, al hablar sobre el ámbito religioso entramos a un problema que tiene que ver con Dios y su esencia -aceptando que existe- ¿se podrá afirmar un culto de adoración a este Ser?, esta afirmación entra en el ámbito de la racionalidad del culto, es decir, ¿la razón puede comprender y aceptar el culto a Dios?

 

            Para poder abordar estas cuestiones debemos comprender qué es la cultura, pero se abordará desde el pensamiento, la reflexión, cristiano. El problema de la cultura moderna radica en la concepción y mirada que se tiene del hombre, si al hombre se le considera como pura materia el cual no posee un espíritu que lo eleve a la contemplación de lo infinito, el trabajo y desarrollo cultural del hombre queda en la inmanencia o en el puro campo material, el cual es corruptible, si esto es cierto ¿cómo es que hay algunos campos del desarrollo cultural que hacen que el hombre los trascienda y lo haga sentir pleno, satisfecho, como es el caso del trabajo o de la familia o del arte? La concepción del hombre en su integridad y en su dignidad nos hace comprender la trascendencia de sus esfuerzos, de sus trabajos en el campo cultural, en el campo social, en el campo político, religioso... La cultura podemos decir que es «todo aquello con que el hombre afina y desarrolla  sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social»[1], es decir, es propia de la naturaleza humana alcanzar su plena humanidad sino es a través de la cultura, crece en su propia humanidad. Pero encontramos otro problema: si el trabajo y conocimiento del hombre, el enriquecimiento y el desarrollo del hombre en la cultura lo lleva a la trascendencia ¿qué es la trascendencia o a qué trascendencia lo lleva?, ¿lo lleva a una “trascendencia material” o una espiritual o ambas? El hombre es un ser compuesto, como ya habíamos mencionado, de materia y forma, de cuerpo y espíritu, pero al trascender trasciende todo él, todo su ser compuesto, pero lo hace trascender a un Ser que es más que él, es un Ser que posee el Ser en perfección, y que el poseer su Ser perfectamente hace que los demás seres participen de su Ser -conservando su Unidad y su esencia, permanece todo él entero. Así el fundamento del hombre es el Ser que subiste por sí mismo, y el fundamento de la actividad humana tiene su base y fundamento en este ser. Podemos decir que la cultura también tiene un alcance metafísico, pues la trascendencia del hombre hace trascender todo el obrar humano hacia el Ser, pero parece ser que existe un obrar humano que lo hace llevar más cerca a la contemplación de este Ser, y es su actitud religiosa. ¿Cómo establecer una religión con sustento en el Ser, si parece que este ser está completamente alejado del hombre? De esta forma el hombre no puede alcanzar la trascendencia, el hombre no puede hacer una religión por la cual pueda alcanzar la perfección de su ser en la contemplación del Ser divino, al contrario debe ser este Ser divino el que se revele y establezca la forma adecuada de la adoración que le debe tributar el hombre a Él. En efecto, ¿cómo un ser corruptible puede ofrecer sacrificios agradables al Ser que es incorruptible?, es pues necesario que Él diga cómo se le deben ofrecer los sacrificios para que el hombre pueda alcanzar la trascendencia y la perfección de su ser, pues con una mirada crítica podemos ver que cada vez que el hombre ofrece sacrificios al ser divino él mismo se va asemejando al ser divino, hay algo nuevo en el ser del hombre que lo va perfeccionando.

 

            Pero para poder comprender esta situación (de que el hombre pueda ofrecer sacrificios según este ser), debemos bosquejar la esencia del Ser[2]. Sabemos a primera instancia que este Ser es el fundamento de todas las cosas que existen, pues la esencia del Ser es su misma existencia, y su existencia es su esencia misma. Aún más, nos podemos acercar a conocer la esencia del ser divino a través de sus atributos, por medio de una teología negativa, esto es, negar en sí lo que no es Dios[3]. Podemos hablar de más atributos del ser divino: su simplicidad, su unidad, su omnipotencia, su omnisciencia... Pero los hablaremos de grado eminente, cada vez que encontremos una perfección en los entes corpóreos podemos hablar de esa perfección en grado eminente en Dios, pues Él es el Ser que participa de su Ser a las creaturas y al participar su Ser les participa sus atributos a las creaturas, pero de modo análogo. Ahora bien, para que el ser divino se pueda comunicar con sus creaturas debe este ser tener en grado eminente una perfección que nosotros podamos encontrar en algunos seres creados. Dentro de todos los seres creados podemos observar que sólo los seres racionales se pueden comunicar entre sí, estos son, los hombres. Por su esencia los hombres son seres racionales, y al ser racionales tienen la capacidad para poder entablar relaciones entre sí, pueden expresar sus pensamientos y emociones a otros seres racionales como ellos. Así podemos pensar que como el hombre tiene la capacidad racional, la capacidad de poder expresarse, Dios posee este atributo en eminencia, es decir, Dios es el Ser racional; Aristóteles dice que es el Pensamiento que se piensa a sí mismo, el es el Λογος. La distinción del atributo de la racionalidad de Dios, no es una razón discursiva como se da en el hombre, sino que es intelectiva; es decir, que en el momento que piensa una idea conoce su esencia en sí en el mismo acto que la piensa. Cuando el Ser se piensa a sí mismo engendra un Pensamiento en sí, este es el  Λογος Unigénito por el cual todas las cosas fueron creadas, y cuando el  Λογος Ingénito piensa al  Λογος Unigénito hay una relación Διαλόγο,  es decir, que el Ser que se piensa a sí mismo engendra al Pensamiento Unigénito existe una relación intrínseca en su Ser, y al ser de esta forma por su pensamiento mismo hay un diálogo, es decir, Dios mismo es un Ser-en-relación.[4] A este ser en relación le podemos dar el nombre de Persona[5], pues es  naturae rationalis individua substantia, por su naturaleza racional es un ser en relación.[6] Así, si Dios es un Ser-en-relación por su naturaleza puede entrar en contacto con otros seres que por participación de su Ser sean semejantes a Él, se les puede revelar, puede comunicarse con ellos.

 

            Ahora bien, si Dios se puede comunicar con los hombres ¿se ha comunicado alguna vez con algún hombre? Y si es verdadero ¿qué le comunica o comunicó? Haré referencia al libro del Éxodo, pues ahí se nos dice que un hombre habló con Dios. En primer lugar encontramos que Dios mismo le habla desde una zarza que arde sin consumirse y le dice que se quite las sandalias, pues el lugar que pisa es santo; después le revela su nombre y por último le pide que lleve a su pueblo -Israel- a que le dé un culto en el lugar que le mostrará. Llama la atención a primera vista que Dios mismo se valga de un objeto común  para hablar con el hombre, pero lo interesante es que para mostrar la inefabilidad de lo que acontece en ese momento el objeto en común muestra una característica sorprendente por el cual el hombre se acerca: está quemándose sin consumirse. A esto podemos decir que con el que está hablando no es con la zarza, sino con un ser que está por encima de un objeto y que hace con él lo que quiere, pero mostrando así que también ese ser con el que habla no pertenece al mundo de lo corruptible, sino al mundo de lo Necesario e Inmutable; pero no sólo eso, sino que por entrar en contacto con ese ser le dice que el ámbito al que se acerca es un “ámbito” santo, así entramos a otro tema ¿en qué consiste esta santidad de Dios? Para Rudolph Otto el sentido de santidad es “una categoría explicativa y valorativa que como tal se presenta y nace exclusivamente en la esfera religiosa”[7] como un excedente de significación, pero esta santidad -la que llama numinoso- va acompañada del sentimiento de sentimiento de dependencia y sentimiento de criatura, es decir, que el hombre de forma analógica “se reconoce y se da cuenta de sí mismo” y “que se hunde y se anega en su propia nada”[8]. En efecto, podemos notar en este relato bíblico cómo al entrar en contacto con lo Santo, el hombre debe “hundirse”, rebajarse, anegarse a sí mismo, pero sin perder su condición de hombre.

 

A mi parecer lo Santo no lo podemos delimitar en un concepto o sólo teorizarlo, sino que tiene una relación con Dios, es más, es Dios mismo. Dios muestra su santidad en el actuar, pues Él es acto puro, pero como ser “dialógico” comunica su santidad al hombre, no podemos decir de la santidad de las cosas sin hacer referencia al que posee por sí mismo la santidad, si sólo lo pensamos sin hacer primero la referencia a este Ser caemos en un inmanentismo, pues si no tenemos una referencia al que es santo, nosotros mismos podemos establecer qué es lo santo pero a partir de nuestro cogito. Otro dato que podemos encontrar en un pasaje del Evangelio de san Lucas es en el Magnificat ahí se dice que su Nombre es Santo[9]. Aquí empezamos a establecer la conexión entre la Santidad de Dios y su Nombre. Si el nombre que Dios revela de Sí mismo es «Yo soy el que soy» podemos decir que la Santidad de Dios consiste en que Es, pero quedaríamos en la abstracción; es decir, cuando el hombre conoce un “nombre” le es fácil referirlo a tal o cual persona humana, es alguien conocido; pero el nombre de Dios, Yahvéh, es una paradoja: en sí mismo es algo que se ha dado a conocer, pero al mismo tiempo es algo misterioso, pues ¿qué es el Ser?

 

            Decíamos que cuando el Pensamiento se piensa a Sí mismo engendra un Pensamiento, el  Λογος engendra un  Λογος, si este  Λογος engendrado es pensamiento del Pensamiento ¿en qué consiste el Λογος Unigénito? Una explicación de qué es este  Λογος lo encontramos en el Evangelio de san Juan, en su prólogo, este  Λογος  es el Verbo que está cerca de Dios, y que es Dios mismo, que es la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo y que este Verbo que es Dios ha puesto su morada entre los hombres.[10] El  Λογος Unigénito es Dios mismo que se ha encarnado, se ha hecho hombre, para que nosotros lo podamos conocer. Si Dios mismo dice que su nombre es «Yo soy el que soy», el  Λογος Unigénito es el Nombre de Dios hecho carne: Cristo. El Nombre Viviente abre las puertas al hombre para entrar en contacto con Dios mismo, pues Él es Dios y hombre verdadero, es el Sumo Pontífice por el cual el hombre se asemeja a Dios, pues cada vez que el hombre entra en contacto con Dios se acerca a Su Esencia, el hombre se diviniza. Ahora bien ¿cómo se entra en contacto con Dios?, ¿cómo es posible esta divinización? A estas cuestiones hay que retomar la otra parte del Éxodo, dar un culto a este Ser que se ha revelado. Dios mismo le dice que saque a su pueblo para dar un culto a este Dios, un culto que Él mismo va a establecer con su pueblo escogido, el culto está relacionado con un lugar en específico: «la tierra es entregada para que sea el lugar del culto al Dios verdadero»[11], la tierra se convierte en un bien verdadero si Dios reina en ella y Él mismo desciende al monte Sinaí en el cual da a su pueblo «las Diez Palabras» (Decálogo): el pueblo que Él se escogió aprende  a «adorar a Dios según el querer de Dios mismo»[12]. Pero como hemos visto antes, Cristo mismo es el Nombre Encarnado, podemos decir también que Él es la Toráh Viviente, es decir, los preceptos que Dios dió a su pueblo se ha encarnado, pues es Dios mismo. Cristo al ser verdadero Dios y verdadero hombre enseña a los hombres cómo adorar a Dios según su querer, sin anular el Decálogo que Él mismo les había dado desde antiguo. La máxima expresión del verdadero culto a este Dios se manifiesta en el pasaje de la Última Cena que es una representación[13], en la cual Dios mismo establece una nueva alianza con toda la humanidad, hace presente el momento de su Pasión, Muerte y Resurrección. Por un acto libérrimo de Cristo aceptó la muerte en cruz para liberar a su pueblo de la esclavitud, ya no de otro pueblo, sino del pecado, de aquello que ata al hombre al mundo; no es que el mundo sea malo, sino que se queda en la parte concupiscible, no le permite llegar a la trascendencia. Esto es algo inaudito, el  Λογος mismo establece un culto a Él mismo, y este culto es un culto con  Λογος, es decir, es un culto razonable, pues el mismo  Λογος lo ha instituido en lo temporal, pero para llevar al hombre completo, alma y cuerpo, a la eternidad.

 

            Si decíamos que el Ser divino Es, y que su Existencia es su Esencia misma, que Él mismo es Persona y que por serlo establece relaciones personales, y todavía más que es Santo, podemos decir que el Santo participa de su santidad al hombre. Ahora bien, al principio decía que el hombre por su acción somete al orbe terrestre por su conocimiento y trabajo y hace más humana la vida social, ¿podemos decir que la cultura, entendida desde esta perspectiva, puede llevar al hombre a la trascendencia? A mi parecer creo que sí, pues el hombre creyente, el hombre que ha aceptado esta revelación le da un pleno sentido a todo lo que existe, pues lo ve con ojos de fe, sabe que todo esto lo puede llevar hacia Aquél que lo creó, pero no sólo eso, sabe también que puede santificarse en todo aquello que realiza en este mundo, le da un pleno sentido a la amistad, al trabajo, a la política, a lo social, al campo de la investigación... Así el hombre afina y desarrolla sus cualidades, pone sus talentos al servicio de los demás, pero no sólo eso, sino que los trabaja para producir creces. Lo más interesante, a mi parecer, es que con esta visión, con la visión del Santo, ha tratado de imitar su Naturaleza a través del trabajo del hombre, es decir, que el hombre es capaz de hacer arte imitando lo que Dios mismo ha creado.

 

El arte cristiano no sólo se limita a la belleza de una obra, sino que hace que el creyente contemple a la Belleza en sí, lo remite a la Suma Belleza, pensar en el desarrollo cultural que ha hecho el cristianismo en estos XX siglos lleva a muchos hombres contemporáneos a interrogarse de nuevo sobre la existencia de Dios, a pensar a vivir como si Dios existiera y no como si Dios no existiera. Observar la majestuosidad de las Iglesias Catedrales, escuchar los cantos gregorianos, participar en la Santa Misa como Dios mismo la ha instituido, las pinturas de hombres y mujeres santos se debe a un acto concreto: que Dios mismo se ha hecho carne, se ha hecho carne, se ha hecho hombre, justamente para morir; es un Ser-para-la-muerte. El Eterno, el Inmutable, el Necesario, el Inmortal se hizo carne para padecer la muerte y esta paradoja sólo es posible comprenderla desde el ámbito de la fe, la cual es un asentimiento de la razón, es plenitud de razón y no algo irracional. Justamente la fe nos hace ver con ojos sobrehumanos la hermosura en la fealdad: la liturgia de la Semana Santa remite al sacrificio incruento de Cristo, por un lado la 1° antífona del II lunes dice «Eres el más bello de los hombre, en tus labios se derrama la gracia» y la siguiente antífona dice «Lo vimos sin aspecto atrayente, sin gracia ni belleza». Justo a partir de este acontecimiento salvífico de Dios para los hombres, ellos han compuesto lo mejor que tienen de sí para el que Es-en-sí. Podemos pensar en las sinfonías de Malher, la Misa de Requiem o la Misa de Coronación de Mozart, en el Gloria de Vivaldi, en el canto Membra Iesu nostri de Buxtehude; o la Crucifixión de Velázquez, las obras pictóricas del Greco.

 

La importancia del hombre no es la relación de las semillas del Verbo, sino la relación con el Verbo de Dios mismo. El mismo Hijo de Dios se ha unido en la encarnación con todo hombre, y esto no vale para los cristianos, sino para todos los hombres de buena voluntad. Por eso se extiende a toda la actividad del hombre, hay una actividad orgánica y ontológica en Cristo y la actividad del hombre. La cuestión de que la dignidad de cada cultura se debe a que el hombre está vinculado con Cristo. Aunque hay algunas culturas que atentan la dignidad de la persona humana, no significa que no sean dignas, sino que tienen poca dignidad, esto permite un criterio de discernimiento para valorar las culturas.

 

Creo que el cristianismo ha introducido nuevos conceptos, nueva mirada a lo que debe ser la cultura y la religión, nos hace pensar, reflexionar si la religión y la cultura tienen un  Λογος, son razonables para el hombre, esto se dará si tenemos un sustento en el Ser, es decir, si el hombre vuelve a aprender el lenguaje metafísico.



[1]    Gaudium et spes n.53
[2]    Para un análisis exhaustivo sobre la naturaleza de Dios ver las siguientes obras:  Summa Theologiae q. 3-22  Maritain, J. Los grados del saber. 1° Ed. Buenos Aires, Argentina: Club de Lectores. Cap. V en específico sobre los nombres divinos y el nombre de Persona.
[3]    Lo que podemos decir de Dios lo decimos a través de la analogía, pues lo único que podemos conocer sensiblemente son los entes corpóreos, así si encontramos perfecciones en el ente corpóreo podemos decir que Dios lo tiene, un ente corpóreo es bueno, o bello, Dios también es bueno o bello, pero no es bueno o bello, sino que Él mismo es la Suma Bondad y la Suma Belleza. A la teología negativa le sigue la eminencia, afirmar lo que se ha negado de Dios pero en grado eminente.
[4]    Para una profundización en este tema hay que hacer notar los primeros intentos de los Apologetas cristianos, en específico a san Justino en sus apologías a Antonino Pío. Para ver la relación intrínseca que existe en el Ser divino hay que revisar los escritos de san Gregorio Nacianceno. También hay que revisar los escritos de la Escuela de San Víctor, en específico a Ricardo de San Víctor, cuando habla sobre la relación de la Trinidad. Y para una pequeña síntesis de estos escritos leer sobre Introducción al Cristianismo del Cardenal Joseph Ratzinger.
[5]    Para la revisión de este nombre divino primero hay que revisar los tratados del Pseudo-Dionisio De divinis nominibus, también en la Summa Theologiae en la quaestio De divini nominibus. Para el nombre divino de Persona Summa Theologiae quaestio nomen Personae, Introducción al Cristianismo, Joseph Ratzinger en el apartado El Dios de la fe y el dios de los filósofos y Los grados del saber de Jaques Maritain en el apartado de El nombre de Persona.
[6]    Para una mejor comprensión es necesario revisar lo que Dios mismo dice de sí en la Revelación del Ex. 3, 13-15. En este pasaje Dios mismo dice de sí: «Yo soy el que soy». Al decir Dios que Es abre un campo con el cual los hombres lo pueden conocer: la Metafísica.
[7]    Otto, R. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Madrid, España: Alianza. 1996 p. 6
[8]    Ibid. p. 11
[9]    Lc. 1, 49
[10]  Cfr. Jn 1, 1- 14
[11]  Ratzinger, J. Introducción al cristianismo. 2° Ed. Madrid, España: Ediciones Cristiandad. 2002. p. 37
[12]  Ibid. p. 38
[13]  Entiéndase esta palabra de representación no como una imitación, sino como lo que se hace nos lleva al mismo lugar, mismo tiempo, es decir, se hace presente de nuevo. Digamos que en el tiempo y espacio en concreto, con esa acción entramos en la eternidad.